Un nuevo caso de la comisaria Ruiz que la enfrentará con sus miserias y sus miedos más inconscientes, y la empujará fuera de su ámbito habitual.
La comisaria María Ruiz se encuentra desterrada en una de las provincias españolas más tristes para una investigadora criminal. En Soria el último suceso irresuelto del que se tiene noticia ocurrió en 1954, cuando una mujer que presuntamente asesinó a su marido con matarratas desapareció para siempre. De estar viva, tendría 101 años. Desde que la destinaron a Soria, sacándola de la fiebre de Madrid, la comisaria Ruiz viaja todos los fines de semana a Ávila, donde acompaña en su trance entre la vida y la muerte a su compañero Tomás, que está en coma. Su viejo amigo, el comisario Carlos, finalmente ha conseguido convencerla para que un fin de semana se airee y vaya a visitarlo a Santander. Pero lo que tenían que ser un par de días de tranquilidad se convierte en el mejor incentivo para la comisaria Ruiz.
SI LA MAGIA HABITA EN ALGÚN LUGAR, ES ENTRE LAS ESTRELLAS…
Vega ha vivido en el valle durante toda su vida. Su madre le prohibió abandonar la seguridad de sus límites por las amenazas desconocidas que la aguardan en las tierras agrestes que hay más allá. Sin embargo, tras su muerte, Vega comienza a ver estrellas caer del cielo. Es un augurio que no puede ignorar y se ve obligada a abandonar la protección de las paredes del valle. Sin embargo, el mundo exterior resulta ser más aterrador de lo que había imaginado. La gente está gravemente enferma: pierden la vista y el oído antes de perder la vida.
El secreto que guarda Vega es que ella es la única que alberga el conocimiento de las estrellas. Un conocimiento que podría contener la clave para encontrar la cura. Por eso, cuando se desata el caos, las amenazas de las que su madre le advirtió se vuelven demasiado reales. Vega teme por su vida, pero una chica llamada Grillo la rescata y la lleva hasta Noah, un joven marcado con sus propios tatuajes misteriosos.
Mientras escapan de los hombres que la persiguen, Vega, Grillo y Noah cruzarán las llanuras en busca de la cura de la que hablan las estrellas. Sin embargo, a medida que las líneas que separan la amistad y el cautiverio comienzan a difuminarse, Vega deberá decidir si salvaguardar el conocimiento sagrado de las estrellas o arriesgarlo para intentar salvarlos a todos.
Melisandra balancea sus piernas sobre el río que corre lentamente junto a la hacienda de su abuelo. Aguarda, con la calma propia de los habitantes de Fagua, la llegada anual de los contrabandistas que traerán las últimas noticias del mundo. Pero esta vez con ellos llega un forastero desconocido que le propone emprender juntos la aventura con la que siempre soñó.
Siguiendo el curso del río, internándose en la selva, dos jóvenes emprenden un viaje para encontrar Waslala, el paraíso en cuya búsqueda se perdieron los padres de Melisandra, un lugar utópico y legendario que parece haberse esfumado, dejando tan sólo la huella de un ideal imposible, un sueño maravilloso grabado en el recuerdo de unos pocos.
«Esta es la historia de un hombre que sin saberlo fue su siglo y la de un lugar que se condensa aquí en un nombre propio: Germán Alcántara Carnero, una historia de violencia incontenible y natural que exige ser contada como una biografía discontinua y que no debía empezar aquí.»
Así comienza El cielo árido, la historia de Germán Alcántara Carnero: de su tiempo, de los hombres y mujeres que vivieron a su lado y de la meseta inexistente en la que Monge destila las esencias de una Latinoamérica salvaje. Un lugar árido, dónde las únicas constantes parecieran ser la soledad, el sol inagotable, la violencia, la lealtad, y la lucha cotidiana por hacerse de una escala de valores que dote de sentido a la existencia.
Bella y oscura narra la infancia vivida y soñada de una niña que viaja desde la soledad del orfanato hasta el marginal Barrio, donde la acoge una singular familia: doña Bárbara, su abuela, mujer de poderosa presencia; Amanda, su tía, sometida a Segundo, un marido pendenciero; Chico, su primo, taciturno observador de la actividad del Barrio; Airelai «la katami», la diosa-niña, la enana que conserva intacta la imaginación y la magia; y, finalmente, Máximo, el esperado padre, admirado por todos.
Esta novela no puede leerse sin sentirse conmovido y atrapado por el relato alegórico de lo que poseemos sin haberlo conquistado: la sabiduría de la infancia. Es la evocación de un tiempo pasado, solitario, germen necesario de la libertad; es la belleza que la fantasía extrae de la crueldad y de los inocentes olvidos de la niñez.
Javier Serena nos remite en La estación Baldía al ambiente de la inmediata posguerra civil, donde los rescoldos del drama humano son patentes en una sociedad rota por la guerra. La mezquindad humana, la necedad y la crueldad que poblaron la guerra, aparecen entreveradas de signos de humanidad y compasión capaces de rescatar la fe en el ser humano, dentro del gris mosaico de una sociedad desgarrada. La difícil vida de las mujeres en este tiempo y este lugar está personificada en la heroína de la novela, que encarna a toda una generación.