Para Charmian Clift, Grecia era la Tierra Prometida. En 1954, ella y su marido, el famoso reportero George Johnston, abandonaron el gris Londres de posguerra y partieron hacia el mar Egeo con dos máquinas de escribir y dos hijos pequeños. Planeaban pasar allí un año, pero acabarían quedándose una década. Cantos de sirena es la crónica de su accidentada aclimatación a Kálimnos, una pequeña isla poblada por taciturnos pescadores de esponjas y mujeres fuertes y supersticiosas. En sus páginas, llenas de personajes inolvidables con su fiel escudero local, Manolis, y su inflexible asistenta doméstica, Sevasti, a la cabeza y paisajes de una belleza casi milagrosa, la perplejidad ante una sociedad primitiva y patriarcal convive con el descubrimiento de un modo de vida puro, sencillo y libre, previo a la invasión del turismo de masas.
Corre el año 1892. Argentina es una nación joven, pero se encuentra entre las más pujantes y desarrolladas del mundo. Dos misteriosos agentes de la policía federal llegan al pueblo de Quequén, en la costa atlántica, para ayudar a resolver un crimen. Dos niños han sido degollados y su madre, viva, aunque en estado catatónico, es la única testigo del hecho.
Uno de los agentes es Juan Vucetich, un inmigrante de origen croata que trae un método innovador: la dactiloscopia, una disciplina que permite identificar inequívocamente a una persona por el relieve único de las crestas capilares de los dedos de la mano. Si lograran resolver un crimen tan horroroso gracias a este procedimiento, Argentina tomaría la delantera geopolítica con un logro revolucionario para la administración de los países.
En concreto, la voz y las teclas de la máquina de la persona que está escribiendo esta novela. Ella sabe que es un personaje de novela y, por suerte, la novela es fascinante, divertidísima y profunda. Aunque a veces intentará cambiarla. Sus compañeros de historia son alucinantes. Por ejemplo, Laurence, su pareja, tiene una abuela encantadora y aparentemente inofensiva. Pero descubre que ella y una banda de espías podrían estar traficando con diamantes escondidos dentro del pan.
“Él es el único que hace palpitar mi corazón y bombear mi sangre. El único que enciende mis venas con un calor abrasador, como si la leña estuviera ardiendo en mi interior. Es todo por él. Para él”
Dolor. Siempre había dolor.
De alguna u otra manera las noches de Trish Trainor se convertían en su peor pesadilla. Su padre la usaba como saco de boxeo, la mantenía encerrada en su propia casa para complacer sus deseos de control, fingiendo que tenía todo el derecho de tratarla como basura desde que su madre murió.
Estaba acostumbrada a ello.
Sin embargo, cuando el problema empeoró fue su pequeño hermanito quien la salvó de ser devastada en mente, cuerpo y alma. Tuvieron que correr, era su única opción o su padre arremetería contra Devan. Era solo un niño.
Así que lo hicieron, y solo bastó una caída y una enorme herida en su pierna para aterrizar en la vida de su vecino.
Jaxon Daniels fue testigo de cómo lentamente sus padres se destruían a sí mismos. De cómo la droga y el alcohol los empujaban a una inminente destrucción, convirtiéndolos en cáscaras vacías que deambulaban y apenas se alimentaban. Lo dejaron solo a cargo de todo, de su hermanita en muletas y el recuerdo de su gemelo fallecido a la edad de seis años. Sin ningún asomo de apoyo o cariño, sus padres lo abandonaron cuando apenas era menor de edad.
Jaxon Daniels cuidó de su hermanita por sus propios medios, sin pedir ayuda. Hizo cosas de las que nunca antes se había creído capaz y, con el máximo esfuerzo posible, salió adelante.
Pero ahí estaba ella, un alma tan desesperada como la de él, que buscaba ayuda.
Entonces, la repentina reaparición de Trish Trainor en su vida cambió todo y ahora tenían que vivir escondidos para que el padre de Trish no sospechara. Jaxon Daniels fingió llevar una vida normal mientras sus sentimientos por la exniñera de su hermanita crecían y los peligros de tenerla en su casa crecían cada vez más.
Los protegería. Eran suyos, su familia.
Y todo lo que pudo hacer Jaxon fue zambullirse en el laberinto, en busca de una salida de la miseria que llevaba en su alma rota y la salvación de las personas que amaba.
Trilogía Mío #2
¿Por cuánto tiempo podemos mantener ocultos los secretos sin que nos pesen?
La noche del 22 de junio, mientras todo el elitista Instituto Magno celebra la fiesta de fin de curso, Blanca Roca, la profesora de literatura, es abatida de un disparo en la frente. A la mañana siguiente, unos bañistas encuentran su cadáver en la playa.
La muerte de Blanca sigue siendo una incógnita cuando, tres meses después, empieza el nuevo curso y Paula Arias llega como sustituta a un pueblo aún conmocionado por la tragedia. Enseguida conocerá a Nuno, profesor de matemáticas y propietario de la controvertida discoteca Faro, que no tardará en descubrir quién es realmente Paula y cuáles son los motivos que la han conducido hasta Llafranc.
Verano de 2003. En Hässelby, a las afueras de Estocolmo, se halla el cuerpo sin vida de un árbitro de fútbol. Giuseppe Costa, padre de uno de los jugadores del último partido en el que ha participado, es arrestado por el crimen. El caso parece claro, pero Costa se niega a admitir el asesinato. Cuando no queden hilos de los que tirar, el Jefe de Homicidios decide recurrir al profesor Hans Rekke, experto mundial en técnicas de interrogatorio, quien intentará que confiese el crimen.
Sin embargo, Costa es liberado y el caso se cierra sin resolver. Solo Micaela Vargas, una joven policía recién incorporada al equipo, se niega a que la investigación caiga en el olvido. Cuando vuelvan a reencontrarse tiempo después, Rekke, aristócrata y con conexiones con las altas esferas, y Micaela, hija de inmigrantes chilenos y conocedora de los bajos fondos de Estocolmo, decidirán retomar la investigación y resolver un caso que esconde mucho más de lo que nadie hubiera podido imaginar.
El primer caso de Rekke & Vargas. Excepcionales. Opuestos. Nada se les escapa.
Tras el éxito de la saga Millennium, vuelve David Lagercrantz.