En una antigua zona de marismas de la capital islandesa, aparece flotando en un estanque el cadáver de un vagabundo. Como a casi nadie le importa su muerte, la policía archiva rápidamente el caso. Un problema menos. Sin embargo, un joven agente llamado Erlendur, que conocía al mendigo de sus rondas por el corazón de la ciudad, empieza a obsesionarse con las circunstancias del trágico suceso. Hay varios detalles que indican que no se trató de un simple accidente y Erlendur tiene la firme convicción de que todos merecen justicia.
Después de un curso más que complicado, Haley y Jayden han conseguido encontrar luz en medio de la oscuridad en la amistad que los une. Las heridas aún no han cicatrizado y los miedos no han dejado de acechar; es por eso que, cuando el nuevo curso empieza, los dos se necesitan demasiado para permitir que nada ni nadie ponga en riesgo esa amistad, ni siquiera ellos mismos.
¿Se puede volver a amar con el alma rota? ¿Existe alguien capaz de querer y completar al otro a pesar de todas las cicatrices? Jayden nunca había conocido el amor. Haley una vez pensó que lo había encontrado, ciego y abrasador.
Ahora puede que los dos estén a tiempo de descubrir que la verdadera definición del amor… es otra cosa.
La segunda gran guerra llega a su fin y el mundo emprende una tortuosa reconstrucción. Concluidas sus funciones como colaboradora de los servicios secretos británicos, Sira afronta el futuro con ansias de serenidad. No lo logrará, sin embargo. El destino le tendrá preparada una trágica desventura que la obligará a reinventarse, tomar sola las riendas de su vida y luchar con garra para encauzar el porvenir.
Entre hechos históricos que marcarán una época, Jerusalén, Londres, Madrid y Tánger serán los escenarios por los que transite. En ellos afrontará desgarros y reencuentros, cometidos arriesgados y la experiencia de la maternidad.
Sira Bonnard ―antes Arish Agoriuq, antes Sira Quiroga― ya no es la inocente costurera que nos deslumbró entre patrones y mensajes clandestinos, pero su atractivo permanece intacto.
Vuelve Sira, carismática e inolvidable.
Vuelve la protagonista de El tiempo entre costuras.
De niña, Julia Forrester pasaba horas en el invernadero de Wharton Park haciendo compañía a su abuelo, el jardinero de la hermosa mansión aristocrática. Años despues, tras perder lo que más sentido daba a su vida, Julia busca consuelo en ese escenario que marcó su infancia. Pero Wharton Park es una sombra de sus días pasados y Kit Crawford, el último heredero de una gran familia, se ve obligado a ponerla en venta. Entre los objetos subastados se encuentra la acuarela de una rara orquídea, procedente de Tailandia, que pronto despertará en ella recuerdos enterrados. Poco despues, un sorprendente hallazgo en las dependencias de los criados suscita nuevas preguntas que solo su abuela, antigua doncella de la finca, podrá responder.
"Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto". Con este comienzo abrupto e inquietantemente cómico, Franz Kafka, el maestro narrador de nuestras pesadillas existenciales, nos mete de lleno en la historia de un joven que, de la noche a la mañana, sufre una transformación agónica que le va alejando de todo lo que conoce: de su propio cuerpo, de lo que significa ser humano y de la relación con su entorno, especialmente por la brecha de incomprensión y vergüenza que su nueva condición abre entre el y su familia.
"El último lector" abre la puerta de un laberinto del que no siempre se sale airoso. Como obra, redescubre y redefine el concepto de "ensayo" e ilumina cómo se ha de volver a narrar la experiencia imaginaria de la lectura. Experiencia y lectura, vida de lector, escritor que lee marginalmente la tradición del Río de la Plata, la literatura europea y la norteamericana: todas estas líneas se entrelazan en los textos que componen este lúcido y original libro en torno a la figura del lector, del que el propio Ricardo Piglia, uno de los autores por antonomasia de la literatura hispánica contemporánea, afirmó que se trataba de "el más personal y el más íntimo" de cuantos había escrito.