La gran trilogía sobre Julio César. La leyenda acaba aquí. En Hispania se librará la batalla que cambiará para siempre la Historia.
A pesar de la gran victoria de Farsalia y la muerte de Pompeyo, la guerra civil no ha terminado para Julio César. Sus oponentes se han atrincherado en África y desde allí están preparando la revuelta. Así, después de haber aniquilado la amenaza de Farnaces, el rey del Ponto, y sofocada la revuelta de los soldados, el dictador no tiene más remedio que enfrentarse a sus enemigos. La campaña africana será agotadora, también porque Julio César se verá obligado a lidiar con su propio declive: desgastado por años de guerra y luchas. Una vez más, sin embargo, gracias a su suerte y, sobre todo, a la ayuda de quienes lo apoyan -desde el fiel Ortwin, hasta sus lugartenientes más secretos-, el dictador logra ganar la guerra, eliminar a la mayoría de los oponentes y regresar a Roma triunfante. Sin embargo, algunos enemigos aún sobreviven... Y es en Hispania donde se produce el enfrentamiento entre el dictador y los que aún se niegan a aceptar su poder.
En esta la última y dramática batalla de la trilogía Dictator confluyen los destinos de Pompeyo el Joven, Quinto Labieno, hijo de Tito, y los alemanes Ortwin y Veleda.
Entre los malditos reunidos en Raros como yo encontramos escritores que fueron aplaudidos en vida para después caer en el olvido, como Concha Espina; otros despreciados en vida que después han sido rescatados, como Felisberto Hernández; y hallamos también a quienes fueron malditos en vida y aun hoy lo siguen siendo, confinados en las mazmorras donde se encierran las voces que desentonan del coro oficialista. Destaca entre estos últimos el argentino Leonardo Castellani, a quien Prada denomina rubenianamente «padre y maestro mágico que cambió radicalmente mi percepción del oficio literario» y dedica páginas muy hondas y reveladoras. Cierra el volumen un balcón ofrecido a las «rosas de Cataluña», un puñado de escritoras –casi todas ellas de la misma generación– que el autor descubrió fascinado mientras estudiaba la literatura catalana de la Edad de Plata.
Ya convertido en uno de los más destacados referentes del modernismo hispánico, el joven Juan Ramón compuso una ingente cantidad de textos en prosa que irá reservando en sus archivos. La aparición de Platero y yo en 1914 da buena cuenta de la calidad de estas prosas, escritas en su mayor parte durante su retiro en Moguer entre 1906 y 1912, pero no será este gran libro un logro único ni aislado. Nacen en paralelo dos extensos poemarios que titulará Baladas para despues y Odas libres, conjunto este último que más tarde sumará a Odas castas bajo el generico epígrafe Odas.
Una fantasía urbana romántica capaz de poner patas arriba hasta el mismísimo infierno.
De niño, Diego le reza a su ángel de la guarda para pedirle un favor. Lo que no sabe es que los ángeles ya no existen y, por lo tanto, desconoce que Gio, la criatura que le concede su deseo, es un demonio.
Dieciséis años después, cuando ese demonio acude para cobrarse su alma, el joven le suplica una última voluntad: tener una banda de rock de éxito, aun con lo que eso supone en la Movida de los ochenta en España.
Gio acepta darle un año más de vida y, en ese tiempo, Diego espera poder quedar en paz con la vida, pero las cosas no siempre suceden como uno espera. Unas veces, el éxito puede surgir en rincones insospechados, y otras, los labios de un demonio resultan más dulces de lo que parecían en un principio.
El influjo de esta fascinante reflexión sobre el poder de la creatividad y el oficio de escribir ha sido inmenso. Jorge Luis Borges no dudó en considerarlo uno de los cuentos más memorables que había leído.
Y no es para menos. Gracias a obras como esta, Rudyard Kipling ganó el Premio Nobel de Literatura de 1907 y se cuenta entre los mejores narradores británicos de todos los tiempos.
Charlie Mears, aprendiz de poeta, está empeñado en escribir el cuento más hermoso del mundo y busca el consejo de un escritor consagrado. Este llega a la conclusión de que su historia de piratas es un texto mediocre, pero lleno de verdad. ¿Y si Mears no hubiera escrito una obra de ficción, sino transcrito los recuerdos de sus vidas pasadas?
Ella era la niña buena a la que le gustaba actuar. Él, el chico malo del campus. Pero todo cambió cuando los eligieron para representar juntos Romeo y Julieta. Al igual que los personajes que encarnaban, el épico romance de Cassie y Ethan parecía ser cosa del destino… y, de la misma manera, terminó en tragedia cuando él le rompió el corazón.
Ahora han triunfado en Broadway, donde volverán a coincidir como pareja protagonista y se verán obligados a enfrentarse a los recuerdos, dolorosos y emocionantes, de su romance universitario.
Para Ethan, perder a Cassie fue el mayor error de su vida. Para Cassie, él es un error que no piensa repetir. Sin embargo, a veces el corazón es caprichoso y quiere, precisamente, lo que menos le conviene.