El Village Blend, la famosa cafetería de Hudson, en Nueva York, va viento en popa y Clare Cosi, su encargada, no puede estar más feliz. No sabe que alguien que acecha en las sombras está siguiendo a algunas de sus clientas y acabando con sus vidas. El teniente Quinn está convencido de que esas muertes aparentemente accidentales no lo son y que el hombre que Clare ha conocido a través de la sesión de citas rápidas de Conexión Capuchino es el culpable. Clare tendrá que pasar por el amargo trago de investigarlo, aun arriesgando su incipiente relación, o tal vez su propia vida.
Harinas Hartland va a celebrar su primer concurso de repostería en Lake Eden y Hannah, propietaria de The Cookie Jar, es elegida para ser la presidenta del jurado. Además, tendrá ocasión de cocinar en el certamen y presentar su famosa tarta de fresa Swensen. El único que puede amargarle la experiencia es Boyd Watson, el arrogante entrenador de baloncesto del instituto y también jurado. Pero tras la primera jornada del concurso, Boyd aparece muerto, y su mujer, Danielle, es la principal sospechosa. Pese a las advertencias de Mike, el jefe de policía, de no entrometerse, Hannah arrastrará a su hermana Andrea en sus pesquisas para demostrar la inocencia de su amiga y descubrir el pastel.
Nora Pennington sabe que un buen libro puede ser el mejor remedio frente a cualquier problema, pero cuando una tarde descubre a una misteriosa joven escondida entre las estanterías de su librería no duda en acogerla y, junto a las demás integrantes del Club Secreto de la Lectura y la Merienda, ayudarla a pasar página. Cuando poco después aparece muerta otra clienta de la librería todo se complica aún más. A pesar de que se descubre una nota de suicidio, las intrépidas amigas del club de lectura deciden ayudar al sheriff novato a detener a un asesino que confirmará que los monstruos y los secretos no solo habitan entre las páginas de los libros.
Lady Augusta Colebrook, «Gus», está aburrida de la vida de alta sociedad y cansada de ser rechazada. Buscando una distracción para ella y para su hermana Julia, decide rescatar a Caroline, la ahijada de una amiga, de su violento esposo.
De camino, un bandolero aborda el carruaje en el que Julia y Gus viajan, y esta le dispara por accidente. El delincuente herido resulta no ser otro que lord Evan Belford, quien, acusado de asesinato, fue exiliado a Australia hace años. Y así, las dos hermanas se embarcan en una gran aventura llena de peligro, improvisaciones ingeniosas y un poco de ayuda de un lord Evan revitalizado y bastante encantador.
De regreso en Londres, Gus no puede dejar de pensar en su insólito compañero de armas. Y, convencida de que a lord Evan se le acusó injustamente, está decidida a demostrar su inocencia.
Once hermanos intercambian mensajes acerca de la situación de su padre, que en la ancianidad establece vínculos escandalosos y ostenta conductas que no solo ponen a prueba el afecto de sus numerosos hijos, sino que también activan los recuerdos y obstinaciones de cada cual, dando paso a la manifestación -enfática, divertida, exasperante- de las diferencias que tienen, las deudas y los rencores que se guardan.
Cruzando voces y cambiando de perspectiva con destreza, Rafael Gumucio ofrece con Los parientes pobres una novela donde el fresco que viene construyendo hace tres décadas sobre los modos chilenos de establecer relaciones encuentra uno de sus puntos más altos. La historia de un patriarca caído que es también el relato de generaciones desencontradas, una comedia que es también un drama, una competencia de voces que se confunden y se distancian, que se buscan y se burlan hasta encontrarse o alejarse para siempre.
El gran maestro irlandés deslumbra con esta joya entre la memoria y la guía íntima de Dublín y sus artistas. La alquimia del tiempo posee tantas capas y es tan rica emocionalmente, tan ingeniosa y sorprendente como cualquiera de sus mejores novelas. Para Banville, nacido y criado en un pequeño pueblo cerca de Dublín, la ciudad fue al principio un espacio apasionante, un regalo y, también, el lugar donde vivía su querida y excéntrica tía. Sin embargo, cuando llegó a la mayoría de edad y se instaló allí, se convirtió en el habitual telón de fondo de sus insatisfacciones, y de hecho no tuvo un papel propio en su trabajo hasta la serie de Quirke, escrita como Benjamin Black. Aquella fascinación infantil permaneció oculta en algún lugar de su memoria. Pero aquí, mientras nos guía por la ciudad, deleitándose con su historia cultural, arquitectónica, política y social, Banville saca a la luz los recuerdos unidos a lugares y momentos formativos más importantes. El resultado es un tour maravilloso por Dublín, un elogio tierno y poderoso a una época y un lugar que dieron forma a «un artista adolescente».