El corredor es un alarido de metal y literatura cuya virtud primordial es llevar al lector a un paroxismo, a esa exaltación propia de los derviches y pilotos cuyos bólidos están avizorando, en fracciones de segundo, la pared donde habrán de estrellarse, el fuego donde serán desgarrados por engranajes y ángulos enfurecidos. Alejandro Vázquez Ortiz ha logrado escribir un mecanismo narrativo cromado, con varias capas de pintura, donde conviven la violencia y la desesperación, donde el vértigo y el vacío son las únicas certezas. Aceite quemado, autopistas interminables que brillan en el desierto como pistones al rojo vivo, un terraplén de grava y concreto habitados por automóviles, sangre y dolor. Esta novela no es ajena a un fetichismo, no es ajena a nosotros, humanos al borde de todo. Y eso es lo que la vuelve memorable.
A VECES TU LUGAR EN EL MUNDO NO ES UN «DÓNDE» SINO UN «QUIÉN».
Adalyn Reyes siempre ha estado centrada en los Miami Flames. Sin embargo, su impecable carrera se ve afectada cuando el vídeo de un altercado con la mascota del equipo se hace viral. En consecuencia, el dueño del club (que casualmente es también su padre) la manda a un pueblo en mitad de la nada para que reflote el equipo de fútbol local. Adalyn está dispuesta a dejarse la piel para conseguirlo, pero no contaba con que sus jugadores serían un grupo de niñas de nueve años con tutú y una cabra como mascota.
Además, Cameron Caldani, exportero y leyenda del fútbol, también se encuentra en el pueblo, aunque su presencia allí es todo un misterio. Cam es el candidato perfecto para ayudarla, pero después de un primer encuentro un tanto accidentado (quien dice «accidentado» dice «lo atropellécon el coche»), en los planes del futbolista de élite solo cabe deshacerse de ella cueste lo que cueste. Sin embargo, marcharse no es una posibilidad para Adalyn, que no descansará hasta recuperar su antigua vida. Con o sin la ayuda de Cam.
¿TE ATREVES A JUGARTE EL CORAZÓN?
Guinea ve truncada su carrera como profesora en una universidad de Estados Unidos tras salir a la luz su relación con un alumno mucho más joven que ella. Huyendo del escándalo y en busca de una nueva vida llega al aeropuerto de Buenos Aires, donde descubre que se ha producido un apagón general. Con el teléfono sin red, es incapaz de localizar su destino. Un hombre inquietantemente amable la conduce por la ciudad y le propone alojarse con él y con su hijo adolescente, Vladimir, mientras continúe la situación. Sin combustible ni alimentos, la calle se vuelve un escenario peligroso: todos contra todos. Sin embargo, la mayor violencia late invisible dentro de la casa donde los tres conviven junto a dos perros. Guinea y Vladimir sienten pronto una complicidad que los enfrenta al padre. Otra vez un deseo turbio que ordena y produce el caos, un deseo más fuerte que la sangre y el amor.
Vladimir es una novela profundamente perturbadora, un thriller emocional y erótico en el contexto de un mundo que se apaga.
Francisco Tenório Cerqueira Júnior nació en Río de Janeiro y fue uno de los pianistas más reconocidos del movimiento samba-jazz. Solía tocar en Copacabana, cuna de la mejor música brasilera, y formó parte de Os Cobras, una banda instrumental de gran prestigio. A las tres de la mañana del 18 de marzo de 1976, después de dar un concierto en el Gran Rex de Buenos Aires junto a Vinicius de Moraes y Toquinho, el pianista salió a por cigarrillos y medicamentos. Esa sería la última vez que se le vería con vida: Tenório Junior nunca regresó al hotel donde se alojaba. Tenía 34 años. ¿Qué ocurrió esa noche? Es la pregunta que mueve al narrador de They Shot the Piano Player a iniciar una investigación sobre el fatídico acontecimiento que acabó con la vida de un músico destinado a cambiar para siempre el rumbo de la música brasilera.
«Este libro es un diccionario de una sola entrada, la búsqueda de una palabra que no existe en mi idioma: la que nombra a los padres que han visto morir a sus hijos. Los hijos que se quedan sin padres son huérfanos, y los cónyuges que cierran los ojos del cadáver de su pareja son viudos. Pero los padres que firmamos los papeles de los funerales de nuestros hijos no tenemos nombre ni estado civil. Somos padres por siempre. Padres de un fantasma que no crece, que no se hace mayor, al que nunca vamos a recoger al colegio, que no conocerá jamás a una chica, que no irá a la universidad y no se marchará de casa. Un hijo que nunca nos dará un disgusto y a quien nunca tendremos que abroncar. Un hijo que jamás leerá los libros que le dedicamos. Que nadie haya inventado una palabra para nombrarnos nos condena a vivir siempre en una hora violeta. Nuestros relojes no están parados, pero marcan la misma hora una y otra vez. Yo la evoco por escrito. Recuerdo este año de mi vida con la esperanza de fijar su relato y no convertirlo nunca en un lugar común».
Alemania, 1939. Al inicio de la guerra y tras la muerte de su madre, Hanna Rombauer es enviada a vivir con sus tíos. Inmersa en una vida de lujo que nunca esperó, pronto es comprometida con un oficial de las SS; sin embargo, la independencia y tenacidad que su madre amorosamente le inculcó son inapropiadas para la futura esposa de un oficial en ascenso. Sin consultarle, Hanna es enviada a una elegante villa en las afueras de Berlín, donde deberá aprender a ser una esposa alemana ideal. Tras su llegada, las lecciones impregnadas de odio, prejuicios y misoginia muy pronto la hacen pensar en cómo huir de ese terrible lugar.
Para Mathilde Altman, una judía recién casada, la guerra ha traído más devastación de la que jamás creyó posible. Arrancada de su trabajo, su familia y su esposo, se ve obligada a huir y esconderse para mantener a salvo a su hijo que está por nacer. Cuando Hanna descubre que Mathilde se refugia cerca de la escuela, decide ayudarla y juntas tomarán riesgos impensables para salvar la vida del bebé.
La escuela de las novias nazis es una asombrosa historia de amor, sororidad y supervivencia, inspirada en recientes descubrimientos sobre instituciones creadas por el Tercer Reich para instruir a las futuras esposas de los dirigentes alemanes.