Una comedia divertida, romántica y sensual en la que el amor aparece cuando menos lo esperas.
Madrid, 1994.
Aída, Elsa, Rocío, Shanna y Céline estudiaron juntas en el Colegio Americano de Madrid. Sus carreras profesionales las han distanciado, ya que se han visto obligadas a trasladarse a distintos lugares del mundo. Pero ahora tienen un motivo muy importante para reunirse de nuevo: la boda de Aída.
Diez años más tarde...
Aída ya no es feliz en su matrimonio.
Elsa se reencuentra con Javier, el hermano de Aída, en un hospital de Los Ángeles. El muchacho que Elsa recordaba se ha convertido en un atractivo doctor.
Rocío, que se ha pasado la vida rechazando pretendientes porque desde niña siempre ha esperado la llegada de su superhéroe, sufre un accidente y la rescata un bombero.
Shanna ha cambiado de hombre cada vez que su trabajo de reportera la ha obligado a mudarse. Sin embargo, el verdadero amor está mucho más cerca de lo que ella imagina.
Céline, la más infeliz y dura de las cinco, se enamora de repente y su vida da un giro de ciento ochenta grados.
Desagüe recorre la historia del Valle de México y sus aguas: el asedio de Tenochtitlan, el desarrollo de la capital de la Nueva España, el megaproyecto del Gran Canal del Desagüe en el porfiriato, y la relación de la Caja Colectora con los habitantes de la Ciudad de México contemporánea. Diego Rodríguez Landeros documenta la relación de la capital mexicana y el agua a través de los años; tanto en un sentido histórico, como en uno más íntimo.
En este primer tomo empieza a adquirir forma la figura de la mujer como narradora oral y como receptora, pasando por el importante papel que juega el lenguaje en la consumación de la Conquista y por Bernal Díaz del Castillo, privilegiado cronista que lo mismo enarbola la pluma que las armas, hasta llegar a la figura central de los estudios de la autora: Sor Juana Inés de la Cruz, heredera de la callada tradición de las anónimas monjas escritoras. Glantz demuestra cómo la conquista de la escritura femenina se gesta en el más insospechado rincón del mundo: el claustro. En este fértil recorrido crítico la también novelista ha sabido desentrañar insospechados secretos de la época y sus letras, por ejemplo, del papel decisivo de las mujeres -concretamente las monjas-, que si bien no serían reconocidas como "escritoras", contribuirían a la definitiva comprensión de los aspectos social, cultural, político y religioso de su tiempo.
«No soy epiléptica, tengo epilepsia». Esta aseveración, pronunciada con la furia eléctrica que habita en Lily, la protagonista de este libro, es una de las múltiples puertas de entrada a una historia, jamás mejor dicho, deslumbrante. Una novela donde la enfermedad es presente cotidiano, la búsqueda convierte al pasado en futuro inmediato y las relaciones humanas se enfrentan a su condición determinante: la ruptura constante y repetida que antecede a la reconstrucción. Aunque se ha dicho hasta el cansancio que leer es habitar un espacio diferente, encontrar un libro que encierra al lector en los acontecimientos narrados es tan extraño como doloroso, más cuando se trata de vivir una enfermedad que no nos ha sido destinada, padecer la urgencia de una investigación que de testigos nos convierte en cómplices, experimentar la dualidad amor-odio que gobierna las relaciones de Lily con los otros, pasear por un Londres que se come a sí mismo y a sus habitantes, deambular por los pasillos de hospitales que parecen cementerios. Ray Robinson, en su primera novela, ha logrado lo que tantos escritores buscan durante toda su vida: entregar a sus lectores una experiencia sinestésica, una historia absoluta. Hacernos sentir las descargas de energía que recorren la piel en un ataque, inmovilizarnos los brazos y las piernas, descontrolar el castañeo de nuestros dientes, deslumbrarnos con la luz blanca y destellante que lo gobierna todo mientras la electricidad toma posesión de nuestros cuerpos.
Una historia de amor en un universo orwelliano dominado por el fanatismo de las sectas, el maltrato y la corrupción.
En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyū, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación refleja la alteración del mundo en que viven los personajes de esta novela: Aomame, instructora de gimnasia, y Tengo, profesor de matemáticas. Pero ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; Tengo, un aspirante a escritor al que han encargado la corrección de una enigmática obra.
Entre dos jóvenes de dieciséis años –Hans, nacido en una familia judía, y Konradin, rico aristócrata– surge una intensa amistad cuando coinciden en una selecta escuela de enseñanza media. Nos hallamos en la Alemania de 1932. Sin embargo, al cabo de apenas un año, todo habrá acabado: con el ascenso de Hitler al poder, Konradin entra a formar parte de las fuerzas nazis mientras Hans huye al exilio. Tan sólo mucho tiempo después, Hans, instalado en Estados Unidos, «reencontrará», en cierto modo, a su viejo amigo.