Ganin, un joven exiliado ruso, sobrevive en el Berlín de entreguerras gracias a los más diversos trabajos —camarero, vendedor a domicilio, extra de cine— mientras sueña con abandonar la ciudad y rememora su infancia y adolescencia en la añorada Rusia y su temprano romance con Mashenka, mujer deseada e idealizada, amor perdido en el pasado. Anhelante, mientras rebusca en su memoria los preciados recuerdos, Ganin rompe con su actual novia y deja pasar el tiempo en la pensión en la que vive con otros exiliados que mantienen una peculiar relación de amor-odio con la madre patria: el viejo poeta rondado por la muerte, la romántica muchacha de los grandes pechos, los dos bailarines homosexuales y el mediocre hombre al que el protagonista conoce cuando ambos se quedan encerrados en el ascensor y que resulta ser el marido de Mashenka, que pronto irá a reunirse con él…
Brenda Gómez tiene una vida perfecta. Es una alumna destacada en la carrera de Ciencias Económicas, su novio es un joven ambicioso y con un gran futuro, sus amigas son leales, su familia la adora. Pero ella no es feliz.
La domina un mundo interior complejo, plagado de sentimientos e ideas que oculta, pues la avergüenzan y la alejan del modelo que se impone seguir. De los secretos que esconde, uno la atormenta especialmente: ama a Diego Bertoni desde que tiene memoria; un amor extraño por varias razones, pero, sobre todo, prohibido.
«¿Quién soy yo en realidad?» es la pregunta que Brenda jamás se formuló, y es, sin embargo, la que posee la llave para resolver los misterios que la definen, para acabar con la hipocresía que la condena a la infelicidad.
¿Reunirá el coraje para mirar en su interior y amar lo que realmente es?
¿Reunirá el valor para aceptar su amor por Diego y luchar por él?
Graduarse en animación digital es el objetivo de Mérida Sousa, quien se encuentra iniciando sus estudios universitarios ¿El obstáculo? Su sucio secreto: crear historias gráficas sexuales.
Todos piensan en Mérida como la dulce, tímida y callada muchacha latina que no mataría ni a una mosca y esa es la manera en la que ella desea que todo permanezca... Hasta que conoce a Dawson Harris.
Dawson Harris, romántico, pícaro y conocido entre las mujeres, comienza una nueva etapa de su vida: ser veterinario . Está comprometido a salvar la vida de los animales y darles una vida mejor. Es por ello que, cuando salva a una loca (literalmente) y esta lo golpea (literalmente) para después irse corriendo (literalmente), siente escalofríos y un único pensamiento: esto está pasando. Y tiene razón, porque ese es el principio.
Una perrita, un gato, un hámster y un pajarito con un ala rota son los primeros pasos que los unen para iniciar una épica aventura e historia que toma caminos inesperados cuando Dawson descubre el sucio secreto de Mérida.
Momento tras momento y de manera fortuita ellos van cayendo, hasta crear una alocada historia llena de romance y tal vez con un toque de... +21.
Marina tenía la vida que creía desear. Ordenada. Segura. Gris. Hasta que aquella noche que tenía que ser perfecta cayó el telón y todo voló por los aires.
Noah vivía el presente. Despreocupado. Sin futuro. Con sus propias normas. Hasta que la solista de Al Borde del Abismo les dejó minutos antes de la actuación y tropezó con unos ojos verdes en un callejón.
Deberían haber sido algo pasajero. Puntual. Un segundo en las manecillas de un reloj.
Llegaron los ensayos, el olor de la lluvia, los deseos que se sienten en la piel y la gira. Llegaron el miedo y las ganas.
Porque que algo no sea perfecto no significa que no sea jodidamente especial.
Porque a veces el corazón sigue sus propias reglas.
Porque un segundo se convierte en infinito cuando logras detener el tiempo.
Una banda de música. Dos polos opuestos que deben arriesgarlo todo.
Un amor tan efímero como un beso, pero tan eterno como una balada de rock.
«Pasar entre las formas como un animal entre la hierba, quedando tan solo la fragancia en su pelaje. Aspiro a ser el humilde aprendiz de ese animal.» Así define Chantal Maillard (Bruselas, 1951) la labor de escritura que arrancó hace casi tres décadas y con la que ha fundado un territorio híbrido, abierto, fronterizo, entre la poesía y la filosofía, el ensayo y la reflexión diarística, lo personal y lo colectivo, lo humano y lo no humano… La obra de Maillard aspira a encarnar el trabajo de la conciencia y al mismo tiempo a curarnos de nuestra ceguera como especie, nuestro orgullo desmedido. Este volumen, que reúne la obra estrictamente poética compuesta en lo que llevamos de siglo, de Matar a Platón (2004; Premio Nacional de Poesía) en adelante, es una lección de vida y pensamiento, capaz de iluminarnos y darnos consuelo, alivio. Lo dice ella misma: «Escribo
para que el agua envenenada pueda beberse».
Dos chicas adolescentes viven al límite en la Valencia de los últimos años ochenta, justo antes de que la música mákina y las drogas sintéticas arrasen con todo.
¿Qué sucede cuando la madre de la que fue tu mejor amiga reaparece al cabo de veinticinco años para preguntarte qué llevaba su hija en un bolsillo de la chaqueta el día que la atropelló un tren? Es lo que le ocurre a la narradora de esta profunda y trepidante historia. Y a partir de ese enigmático y doloroso primer email, empieza a hurgar en la memoria para recuperar a la adolescente que fue, a la pareja de amigas que formaba junto a Carla, dos jóvenes intrépidas que querían vivir muy rápido. Recuerda entonces el liceo en el que estudiaban, y sus incursiones en los billares y las discotecas de una Valencia de finales de los años ochenta. Una época en que la música todavía importaba, y los paisajes sonoros eran el más potente conductor de emociones, el último hábitat de la adolescencia. Al hilo de la conversación con la madre de su amiga, la narradora reconstruye su propia memoria hasta llegar a la ruta del bakalao, donde la muerte de la melodía coincide con la de la propia inocencia.