Segundo tomo de esta saga del padre del cyberpunk.
Enviaron un sabueso explosivo en busca de Turner por Nueva Delhi, cargado con sus feromonas y el color de su pelo.
Las zaibatsu Biolaboratorios Maas y Hosaka se enfrentan por la dominación mundial, mientras mercenarios como Turner o vaqueros del ciberespacio como el Conde Cero no son más que peones de un juego que escapa a su comprensión: útiles, pero prescindibles en última instancia.
Cuando Turner despierta en México con un nuevo cuerpo y junto a una mujer bonita, sus jefes corporativos le dejan recuperarse durante un tiempo para luego reactivar su memoria y hacer que lleve a cabo una misión aún más peligrosa que la que estuvo a punto de matarlo. El diseñador jefe de Biolaboratorios Maas dice que quiere desertar a Hosaka, y el trabajo de Turner es que lo consiga sano y salvo.
Conde Cero es un contrabandista de datos del extrarradio, y no está preparado para lo que le ocurre cuando la deserción del diseñador hace estallar una guerra en el ciberespacio. Se ve rodeado por dioses vudú de la red y ángeles de los programas, y su única esperanza es que las megacorporaciones y los superricos estén muy ocupados en el mundo virtual, tanto como para no percatarse del pirata informático novato con ese equipo del mercado negro que intenta sobrevivir a toda costa…
1 de enero de 1950: la guerra ha quedado atrás dando paso a una creciente prosperidad. Colonia, Hamburgo y San Remo serán los tres escenarios en los que Gerda, Margarethe y Elisabeth, tres familias amigas con destinos distintos, retomarán sus vidas después de la Segunda Guerra Mundial.
Un nuevo tiempo en el que deberán enfrentarse a situaciones muy distintas: Gerda y su marido deberán sacar adelante su galería de arte después del expolio por parte de los nazis. Elisabeth y su esposo, afrontarán el no regreso de la guerra de su yerno. Y Margarethe, que emigró a Italia con su familia en busca de un futuro mejor.
Una cautivadora historia de tres familias durante la difícil década de la posguerra a las que seguiremos en sus celebraciones, nuevos amores, secretos y desafíos buscando que la felicidad no desaparezca para siempre.
Imagina que hay otra España desde el golpe del 23-F. Y que vivimos en una dictadura militar.
Imagina que te llamas Libertad Guerra y eres periodista en el diario Pueblo, en Madrid. Que tu padre fue un poeta rojo y que en Lerma, vuestro pueblo, acosan a tu madre. Imagina que, mientras agoniza la movida de los 80, te enrollas con Imanol, un joven actor vasco. Y que la policía lo detiene y desaparece. Imagina que un flechazo te ha perforado. Y que tienes que encontrar a Imanol como sea.
Una novela romántico-erótica ágil y atractiva sobre el primer amor y lo mucho que puede llegar a marcarnos.
Lara se cree feliz con Javier, su jefe, cuando en realidad solo está manteniendo una relación tóxica en la que ella se ha convertido en la otra.
Afortunadamente, el destino le depara un plan muy especial con la persona más inesperada.
Lucas es un biólogo marino que ha sufrido mucho por amor. Aun así es leal, divertido y sexy.
Lara y Lucas se conocen desde niños. Ya de adolescentes, entre travesuras, risas llenas de ingenuidad, mariposas en el estómago y noches con estrellas que contar, fraguaron su amistad en un pequeño pueblo. Y Lara se enamoró secretamente de él.
Cuando quince años después se reencuentren de manera casual en la isla de Mallorca, los cimientos de la existencia de Lara se tambalearán hasta el punto de replantearse la vida gris que lleva en Madrid y los sueños que nunca se ha atrevido a tener.
Lucas la impulsará a salir de su zona de confort y la lanzará de lleno a la aventura de vivir, con lo bueno y lo malo que tienen la vida y el amor.
Una historia que habla del primer amor, de la necesidad de no conformarse y de cómo la fuerza de la costumbre se confunde fácilmente con la felicidad, hasta el punto de anclarnos en una vida que no es la nuestra.
Cuando Jack Flowers, Alias Jack Fiori, se dejó caer por Singapur, no tardó en aprenderlo todo acerca de puertos y gentes que viven en los confines del mundo, como en aquella península al sur de Indochina y en aquellos buenos tiempos en que sus burdeles, casas de masaje y espectáculos eran el centro de diversión de toda Asia. A veces marinero, otras abastecedor de barcos, otras simplemente golfo y otras aún alcahuete, honesto y generoso, Jack podía ofrecer cualquier cosa a los turistas y jactarse de no defraudarlos jamás. Había sido el más joven bebedor del Bandung Club, pero ahora, ya cincuentón, es toda una institución en la ciudad. Mientras otros náufragos de la vida como él empiezan a temer una muerte sórdida en aquella tórrida isla tropical, Jack sigue esperando la realización del perfecto sueño mágico y, para ello, convierte la fantasía en realidad cotidiana, lejos de aquel puerto roñoso, lleno de cucarachas y tan cercano a esa guerra infame que lo corroe todo.
En los campos de Augusta, en Georgia, el algodón ha dejado de cultivarse y los campesinos se han trasladado a la ciudad para trabajar en las hilanderías. Jeeter Lester es un blanco arruinado, dueño de una extensa propiedad que en otros tiempos fue próspera. Él no ha abandonado sus tierras y mantiene la esperanza de conseguir un préstamo para comprar semillas de algodón y reavivar el añorado cultivo.
La decadencia económica de la región que expresa esta novela se aúna a la vileza moral de unos personajes con actitudes mezquinas y racistas, casi grotescas. Los paisanos de Caldwell lo consideraron un traidor, y El camino del tabaco fue anatemizado en las bibliotecas de la zona. El escritor alegó que la obra era sobre todo un rechazo a la literatura de «claro de luna y magnolias» que proliferaba en el sur de Estados Unidos. El texto fue llevado a la gran pantalla por John Ford en 1941 y conoció asimismo una adaptación teatral de éxito: en Broadway permaneció en cartel durante siete años.