El «hombre» del título es tal vez el padre del niño Jacques Cormery, protagonista de esta obra. Pero poco se sabe de este padre emigrante, muerto en el frente de la Primera Guerra Mundial. El verdadero primer hombre es el hijo: sin padre, educado en un miserable barrio de las afueras de Argel por una abuela autoritaria, que le inflige castigos corporales ante una madre exhausta por su trabajo «en casas ajenas», ¿por qué caminos llegó ese niño a convertirse en Premio Nobel de Literatura? Esta novela, que narra cómo ese niño va construyéndose a sí mismo, es la historia de la niñez de Albert Camus.
Colleen McCullough nos traslada a los primeros siglos de la civilización occidental y traza un espléndido cuadro de la Roma republicana. La historia se inicia en el año 110 a. C. con dos ambiciosos personajes, Mario y Sila, cuyo único y decidido objetivo es llegar a ser el primer hombre de Roma. El primero es un plebeyo de mediana edad, enardecido por la confianza en sus dotes y el enriquecimiento que ha logrado; el segundo, un joven y apuesto aristócrata corrompido por la pobreza familiar. Aquél, un militar disciplinado y soberbio, y éste, un desvergonzado epicúreo. Mario se casa por interés para favorecer su carrera política, y Sila, por amor. Ambos pugnan en este primer episodio por el poder y la gloria.
Una pareja de recién casados celebra su noche de bodas. No saben que será la última de sus vidas. Al día siguiente, Lindsay Boxer, inspectora de Homicidios de San Francisco, examina la escena del crimen. Lindsay no pasa por su mejor momento, ya que le acaban de diagnosticar una rara enfermedad. Sin embargo, no piensa rendirse y, para resolver el caso, decide contar con la ayuda de tres mujeres, cada una de ellas experta en su campo: la joven y avispada periodista Cindy Thomas, la doctora forense Claire Washburn y la implacable ayudante del fiscal Jill Bernhardt. Las cuatro formarán de manera extraoficial el Club de las Mujeres contra el Crimen. Un club que tendrá que trabajar contra reloj, porque el doble homicidio es solo el primero de un asesino en serie.
En los albores de la imprenta, un francés llega, en 1458, al taller de Gutenberg, en Maguncia. Su nombre es Nicolas Jenson y lo envía el monarca galo para aprender el nuevo arte de la impresión mecánica con tipos móviles. De los breves años en los que se forma junto al maestro, se llevará consigo una técnica exquisita, un decálogo de mandamientos por los que regirse en el oficio y varios colegas de profesión con los que compartir el fervor por un invento que cambiará el mundo para siempre. En Venecia, por entonces capital de la edición, Jenson abre su propio taller y, junto a una serie de grabadores, tipógrafos, cajistas, impresores, todos ellos pioneros como él, sienta las bases de la edición moderna, estandariza la escritura, introduce mejoras técnicas y, sobre todo, avanza hacia una claridad tipográfica que aún hoy permanece vigente. En su lecho de muerte, rodeado de quienes lo acompañaron en esta aventura, Nicolas Jenson -el príncipe de la imprenta- recuerda una vida dedicada al arte tipográfico, desvelando las claves, las anécdotas y el ambiente que rodearon el desarrollo inicial de una revolución tecnológica apasionante.
Fábula mítica y relato filosófico que interroga acerca de la relación del ser humano con su prójimo y con el mundo, El Principito concentra, con maravillosa simplicidad, la constante reflexión de Saint-Exupéry sobre la amistad, el amor, la responsabilidad y el sentido de la vida.
Viví así, solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que tuve una avería en el desierto del Sahara, hace seis años. Algo se había roto en mi motor. Y como no tenía conmigo ni mecánico ni pasajeros, me dispuse a realizar, solo, una reparación difícil. Era, para mí, cuestión de vida o muerte. Tenía agua apenas para ocho días.
La primera noche dormí sobre la arena a mil millas de todatierra habitada. Estaba más aislado que un náufrago sobre una balsa en medio del océano. Imaginaos, pues, mi sorpresa cuando, al romper el día, me despertó una extraña vocecita que decía:
-Por favor..., ¡dibújame un cordero!
-¿Eh!?
-Dibújame un cordero...
Fábula mítica y relato filosófico que interroga acerca de la relación del ser humano con su prójimo y con el mundo, El Principito concentra, con maravillosa simplicidad, la constante reflexión de Saint-Exupery sobre la amistad, el amor, la responsabilidad y el sentido de la vida.
Viví así, solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que tuve una avería en el desierto del Sahara, hace seis años. Algo se había roto en mi motor. Y como no tenía conmigo ni mecánico ni pasajeros, me dispuse a realizar, solo, una reparación difícil. Era, para mí, cuestión de vida o muerte. Tenía agua apenas para ocho días.
La primera noche dormí sobre la arena a mil millas de todatierra habitada. Estaba más aislado que un náufrago sobre una balsa en medio del oceano. Imaginaos, pues, mi sorpresa cuando, al romper el día, me despertó una extraña vocecita que decía:
-Por favor..., ¡dibújame un cordero!
-¿Eh!?
-Dibújame un cordero...