La vocación artística más profunda de Max Aub fue, sin duda, la vocación escénica. Vinculado a las vanguardias teatrales de los años veinte y treinta, antes de la guerra de España publicó diversas obras dramáticas. Antifascista leal al gobierno republicano, durante los años de la Guerra Civil escribió ocho obras en un acto que reunió con el título de Teatro de circunstancias. En julio de 1937, cuando residía en París como agregado cultural de la Embajada española, fue nombrado secretario del Consejo Central del Teatro y por tal motivo tuvo que trasladarse en 1938 a Barcelona, por entonces capital de la República. Exiliado en París desde febrero de 1939, padeció durante tres años la experiencia de los campos de concentración franceses y argelinos, aunque en octubre de 1942 inició su exilio en México. Entregado compulsivamente durante aquellos años cuarenta a la escritura de una torrencial literatura dramática y esperanzado con el posible renacer de su vocación escénica –que la dedicatoria de su tragedia San Juan expresaba en 1943 con claridad–, la imposibilidad de estrenar sus obras fue sumiendo al dramaturgo en una frustración amarga que reflejó con airada resignación en sus Diarios. La primera edición de San Juan apareció en México en 1943, aunque el estreno mundial de esta tragedia no tuvo lugar hasta 1998 en Valencia. Las representaciones de San Juan en Valencia, Madrid y Lisboa, un éxito de crítica y público en la España democrática, vinieron a demostrar la actualidad y vigencia de esta excelente tragedia maxaubiana.
La Segunda Guerra Mundial obliga a una joven princesa a marcharse a un lugar donde el amor cambiará su vida para siempre.
Londres, 1943. Las bombas caen sobre la ciudad y el rey y la reina deciden enviar a su hija menor a vivir en el campo con una familia de confianza. Tercera en la línea de sucesión al trono, la princesa Charlotte, de diecisiete años, acepta a regañadientes usar un nombre falso a su llegada a Yorkshire.
Pronto, Charlotte empieza a disfrutar de su nueva libertad y de su pasión por los caballos, y comienza a sentirse atraída por el hijo de sus protectores. Este romance prohibido da un giro trágico cuyo fruto es una niña que se queda huérfana y cuyo linaje nadie conoce. Sin embargo, todo cambia cuando unas cartas salen a la luz y, de un secreto guardado durante casi dos décadas, emerge una princesa perdida.
Una historia inolvidable sobre familia, realeza, una mujer extraordinaria que descubre su legado y el hombre que la devuelve al lugar que le corresponde.
«Sangre de horchata, cariño. Pase lo que pase, hay que tener sangre fría».
Belén tiene dieciséis años y vive en una casa de locos. Su padre, ya muy enfermo y en silla de ruedas, insiste en empezar a organizar la enorme herencia que le corresponde. Su hermano parece saber cosas que a ella le oculta todo el mundo. De su madre ni hablamos: apenas alguna llamada telefónica con mala cobertura y ni una visita desde que, cuando los hermanos eran pequeños, sufrió un episodio que acabó en internamiento. Lo único que quiere Belén es que todo sea normal.
Con ritmo de comedia y aliento de drama, Luisa Castro teje una gran novela sobre la ruptura de una familia y sobre eso que nunca sabremos de los demás: qué sucede tras la puerta cerrada.
Matar por encargo, ese es el oficio de Olav. Y lo hace bien, pues se gana el sueldo trabajando para uno de los grandes capos de la droga en Oslo, Daniel Hoffmann. Sin embargo, la vida de sicario tiene ciertas contrapartidas: nadie quiere tenerte cerca.
Aficionado a filosofar sobre la muerte y el amor, Olav se ha resignado a una vida sin pasiones cuando de pronto conoce a la mujer de sus sueños. Pero hay dos problemas. El primero es que se trata de Corina Hoffmann, la esposa de su jefe. El segundo es que la nueva misión de Olav es matarla.
Sangre en la nieve es una novela muy diferente de lo que hemos leído de Jo Nesbø hasta la fecha. Con todo, esta exploración del deseo de redención probablemente sea uno de sus libros más maduros y personales, en el que aplica magistralmente las lecciones aprendidas con Jim Thompson y Knut Hamsun.
Santuario fue la obra que dio a conocer a William Faulkner al gran público. Una historia escalofriante en la que caben toda la fuerza y la originalidad del genial novelista estadounidense. Lee Goodwin es acusado de asesinato. El escenario del crimen es una casa oculta entre los árboles que alberga una destilería ilegal. Allí viven, entre otros, Ruby, una mujer que ha renunciado a todo por Lee, y Popeye, un sádico gánster marcado por una infancia terrible. El abogado Horace Benbow lucha para que Goodwin no sea juzgado por ser quien es, sino por los actos de los que le acusan. Para ello necesita la ayuda de Temple Drake, una adolescente que siente una extraña atracción por el peligro. Pero Temple ha desaparecido.Grandes autores opinan... «Uno de los más grandes artistas del siglo.» Juan Carlos Onetti «Una inquietante parábola sobre la naturaleza del mal.» Mario Vargas Llosa
Pocos años antes de su muerte, el propio William Faulkner recomendaba esta novela como aquella por la que debía empezar quien se acercara por primera vez a su obra. «He concebido la historia entera como un relámpago que iluminase de golpe un paisaje», declaró. La publicación de Sartoris en 1929 supuso que por fin viera la luz el mítico condado de Yoknapatawpha, escenario de muchos de sus relatos y novelas posteriores.
En Sartoris, Faulkner disecciona una clase social en decadencia a partir de una familia heredera de las tradiciones aristocráticas del Sur, a la que le queda únicamente la retórica romántica, el orgullo y la autocompasión para enfrentarse a un mundo en el que ya no encuentra su sitio.