Esta es la historia de tres hombres que han elegido retirarse del mundo y vivir en los bosques del norte de Canadá. Son tres hombres peculiares, ya ancianos, que aman la libertad. Un día, sin embargo, alguien llega hasta su escondite. Da con ellos una fotógrafa que busca a uno de los últimos supervivientes de los Grandes Incendios, un tal Boychuck. Y no es la única. Poco después aparece Marie-Desneige, una mujer pequeña de más de ochenta años que llegará como una brisa ligera que alborotará sus vidas. Mientras intentan comprender la historia de Boychuck, el orden habitual en el rincón secreto del bosque quedará trastocado y algo impensable y extraordinario surgirá entre todos ellos.
Primera entrega de la tempestuosa historia de un amor imposible de alto voltaje.
Mi relación con Ezra fue igual que un cóctel de frutos secos: cuando abres la bolsa, te prometes a ti misma que te comerás únicamente lo que te gusta y tirarás a la basura esos garbanzos tan duros que solo meten para rellenar. Aunque al final te sorprendes, pues acabas con todo, con lo bueno y con lo malo.
Del mismo modo acepté a Ezra, un hombre que representaba cuanto yo aborrecía y que, además, se jactaba de ello.
Pasé por alto las señales e hice oídos sordos a sus advertencias de que no era tan solo el típico malote que fumaba a escondidas en el instituto, robaba en los supermercados o falsificaba las notas.
Ezra hacía mucho daño a quienes él decidía, en especial a las mujeres. No le temblaba el pulso para mantener su posición dentro de ese mundo sórdido en que estaba instalado.
Yo fui testigo de ello.
Intenté huir.
Y a punto estuve de lograrlo.
Sin embargo, debería haberme alejado antes.
Diez personas sin relación alguna entre sí son reunidas en un misterioso islote de la costa inglesa por un tal Señor Owen, propietario de una lujosa mansión a la par que perfecto desconocido para todos sus invitados. Tras la primera cena, y sin haber conocido aún a su anfitrión, los diez comensales son acusados mediante una grabación de haber cometido un crimen en el pasado.
Uno por uno, a partir de ese momento, son asesinados sin explicación ni motivo aparente. Sólo una vieja canción infantil parece encerrar el misterio de una creciente pesadilla.
¡Hola!
Me llamo Verónica Jiménez, tengo treinta y ocho años y soy una mujer independiente, trabajadora, autónoma y, según dicen quienes me conocen, bastante cabezota y controladora. Vale, lo confieso, lo soy. Pero ¿acaso hay alguien perfecto?
Yo era de las que creía en princesas y príncipes, hasta que el mío se convirtió en un sapo y decidí que el romanticismo no era para mí. Así que para horror de quienes me rodean, me impuse tres reglas para disfrutar del sexo sin compromiso.
La primera: no enrollarme nunca con hombres casados. Soy de las que respetan y jamás hago nada que no me gustaría que me hicieran a mí.
La segunda: el trabajo y la diversión nunca han de mezclarse. No no. ¡Ni loca!
Y la tercera, pero no por ello menos importante: siempre con hombres menores de treinta años. ¿Por qué? Pues porque sé que ellos van a lo mismo que voy yo: ¡a disfrutar!
Te aseguro que hasta el momento estas normas me han dado muy buenos resultados. Sin embargo, en uno de mis viajes de trabajo he conocido a Naím Acosta, un hombre de unos cuarenta, seguro de sí mismo, atractivo, sexy y tremendamente romántico, que me está volviendo loca.
Es verlo y el corazón se me acelera. Es oír su voz y toda yo me acaloro. Es pensar en él y noto que en mi estómago corren elefantes en estampida. Sé que somos muy diferentes, pero los polos opuestos se atraen, y nosotros no paramos de chocar, y probar y… y… y…
Bueno, mejor me callo, dejo que leas y cuando termines ya me dirás si tú habrías probado… ¿O no?
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa. Tenemos sed, tenemos prisa por golpear con el hueso de una flor en la tiniebla. Hay un árbol talado en esta historia. Contemplamos el cielo. No hay señales. ¿Es de día? ¿Es de noche? Murió la araña que medía el tiempo, solo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras. 'Destiempo, III'
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa. Tenemos sed, tenemos prisa por golpear con el hueso de una flor en la tiniebla. Hay un árbol talado en esta historia. Contemplamos el cielo. No hay señales. ¿Es de día? ¿Es de noche? Murió la araña que medía el tiempo, solo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras. 'Destiempo, III'
El inspector Dolores Morales está dado de baja en la Policía Nacional desde hace años y ahora trabaja como detective privado investigando adulterios para una clientala de pocos recursos desde su agencia establecida en un shopping center venido a menos en Managua. Pero un acontecimiento imprevisto va a sacarle de la rutina: ha desaparecido la hijastra de uno de los hombres más poderosos del país y Morales recibe el encargo de encontrarla. Pronto la desaparición de la joven se revela como la punta de un iceberg que oculta las cloacas del sistema político y social del país. Es ese el momento en que Morales comprende que lo que debe descubrir no es sólo el paradero de la muchacha, sino las verdaderas razones por las que ha desaparecido.