La vida de Amelia no pasa por su mejor momento desde que descubrió que su madre está enferma, pero eso no le impide hundirse más todavía cuando insulta a su profesor de la universidad en un atasco, sin saber que es él, lo que no augura nada bueno.Sin embargo, el rechazo que pensaba que obtendría por parte del señor Aguirre no es otra cosa que una atracción irresistible contra la que ninguno es capaz de luchar.Es correcto desear lo que no se puede tener? Qué pasaría si lo que empezó con miradas furtivas se convierte en algo más?Cuando los traumas del pasado de Héctor se hacen presentes y la relación no parece tener futuro, deberán decidir si siguen adelante a pesar del daño o ponen freno a lo que sienten.Una auténtica batalla entre el amor y el sentido común.El amor no entiende de leyes.
Los Voss no son una familia normal: para empezar, viven en una iglesia reutilizada. La madre, que años atrás tuvo cáncer, vive en el sótano; el padre está casado con la antigua enfermera de la madre; el pequeño medio hermano no tiene permitido hacer o comer nada divertido; y los hermanos mayores son irritantemente perfectos. Y luego está Merit.
Merit Voss colecciona trofeos que no ha ganado y secretos que su familia la obliga a guardar. Mientras navega por la tienda de antigüedades local en busca de su próximo trofeo, se encuentra a Sagan. Su conexión es inmediata hasta que descubre que él está completamente fuera de su alcance. Merit se encierra profundamente en sí misma, observando a su familia desde la distancia, cuando descubre un secreto que ningún trofeo en el mundo puede arreglar.
Pocos meses después de su viaje de novios y sin aún haber podido, o querido, adaptarse a su cambio de estado, Juan Ranz se entera casi sin querer de que Teresa, la primera mujer de su padre, se quitó la vida al regreso de su propia luna de miel. Sólo una persona conoce el porqué y ha guardado durante años ese oscuro secreto. A partir de ese momento, el narrador sentirá un creciente malestar, «presentimiento de desastre» respecto a su recién inaugurado matrimonio.
Aunque algunos episodios de la década de los sesenta nos parezcan irreales, no son ficticios, ocurrieron de verdad. Stephen King, que ha sido el primer escritor de la generación de la televísión que ha logrado un enorme éxito, publicó en 1974 Carrie, su primera novela, justo un año antes de la retirada de las últimas tropas estadounidenses de Vietnam. Las imágenes de aquella guerra y de las protestas en contra habían inundado las pequeñas pantallas de las casas norteamericanas durante casi diez años, dejando una huella imborrable en toda una generación. En Corazones en la Atlántida, King hipnotiza a sus lectores con una ficción profundamente inspirada en esos años, los sesenta, y explora, a lo largo de cuatro décadas, los estigmas y la herencia psicológica de la guerra de Vietnam en las personas.
Lleno de peligro, lleno de suspense y, sobre todo, lleno de sentimientos, este libro de Stephen King transportará a algunos lectores a un lugar que nunca antes han visitado y a otros, a un lugar que nunca podrán abandonar del todo...
Coronada de moscas es un libro de viaje en la dimensión más profunda. Nos permite recorrer a ras de suelo ese majestuoso y terrible reino de lo descomunal y del absurdo que es la India. Respiramos los aromas a incienso y especias; vemos las telas de colores estridentes; sorteamos a los temibles ricshos y motociclistas en Agra; asistimos a cremaciones, templos y parajes místicos como las cuevas de Ajanta o el Taj Majal; viajamos por Benares, Kajuraho, Delhi, Mumbai, entre otras ciudades. Como música de fondo está la imponente erudición de Glantz. Los libros de Arundhati Roy, Adiga, Ackerley, Coomaraswamy, E. M. Forster, Agatha Christie y de Octavio Paz nutren el relato del viaje y refuerzan la dimensión literaria como una experiencia de vida. El libro lo cierran las estupendas fotografías de Alina López Cámara. El juego de espejos que realizan imágenes y texto, enriquecen la experiencia de lectura y elevan el propósito último de la literatura: el libre desplazamiento de la mente.
La correspondencia cruzada entre la novelista Carmen Laforet y el crítico de la cultura Emilio Sanz de Soto confirma que Laforet, pese a su mutismo publicitario, no renunció hasta el final a su ejecutoria de escritora, y recupera parte del tejido de la memoria de Sanz de Soto, tan carente de registros en letra impresa. La libertad fue la meta vital de ambos y la dificultad de encontrarla en la España de su época, el argumento central de sus respectivas biografías. Odiaban ser dirigidos y dirigir, y les gustó relacionarse con gente libre. Eran dos seres dotados de narración. Creían en la aristocracia de los sensibles, de los considerados, de los valerosos. Todo lo humano les parecía comprensible, sin etiquetas, sin el poder reductor de esencialismos identitarios. Este epistolario es también la historia de «una amistad amorosa», un concepto y una experiencia de difícil absorción en la cultura española, pero que continuamente estuvo en boca y en vida de Emilio Sanz de Soto y Carmen Laforet. La lectura de estas cartas está presidida por una perentoria necesidad de diálogo que nos remite al hermoso ensayo de Virginia Woolf, The Humane Art, en el que concibe el género epistolar como el arte más humano, al hundir sus raíces en «el amor a los amigos». Estas cartas inéditas son las que cubren un mayor lapso de toda la correspondencia de Carmen Laforet (desde diciembre de 1958 a agosto de 1987) y contribuyen a un mejor conocimiento de la escritora de Nada y de las «memorias literarias vivas» de un testigo excepcional de la cultura española del medio siglo: Emilio Sanz de Soto.