La última gran sorpresa de la literatura latinoamericana
"Dávalos es fresco, listo y directo."
Carlos Zanón
"Una novela donde el lector reconocerá ecos de Roma de Alfonso Cuarón y encontrará la profunda huella que dejó La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, pero que, sobre todo, le permitirá descubrir el ritmo que traen las nuevas prosas americanas."
Javier Ors
En el Perú de los noventa, pocos años despues de que un joven Vargas Llosa se presentara como candidato a presidente frente a un misterioso y exótico Fujimori, Facundo empieza a descubrir las hipocresías que lo rodean. Ha crecido en una Lima de apagones y atentados, en el seno de una familia burguesa, junto a su hermana Alexia, unos padres atentos y Dolina, la omnipresente empleada domestica. Pero tiene una particularidad: padece narcolepsia y puede dormirse en las situaciones más imprevistas.
La furia es la poderosa nueva propuesta de una poeta profunda, original, que destaca en el ámbito de la poesía actual en castellano.
En la misma aborda desde una perspectiva luminosa el sentimiento amoroso: «La furia es un nudo que en agua caliente se deshace. Hay una distancia exacta entre el horizonte y lo vivido: ahí lo escrito. Todo lo que se expande es poema. La furia es quietud y movimiento. El amor se va de quien lo destruye. El amor perdura para aquel que lo nombra y lo sostiene».
Una historia inquietante, una novela dirigida a todo el mundo, ya que refleja diversas posiciones ante la vida, el amor y la muerte. PREMIO NACIONAL DE LAS LETRAS 2017 En La función Delta, Rosa Montero juega con dos momentos de la vida de un personaje, Lucía, a la que veremos con treinta y con sesenta años, es decir, en su (tal vez ilusorio) triunfante asentamiento y su posterior declive. ¿Qué somos capaces de hacer para no quedarnos solos en la recta final de la vida?Y es que el miedo a la muerte condiciona buena parte de nuestra existencia. A pesar de sus estrepitosos fracasos, la protagonista buscará sin desfallecer a la persona que habrá de acompañarla hasta su último suspiro, pues la soledad le resulta más insoportable que ir de un desamor a otro. La confrontación de la entrada en la madurez con la vejez da lugar a valiosas reflexiones sobre la sexualidad, la relación con los otros y la propia identidad.
Desde finales del siglo XIX y hasta los años cincuenta del siglo pasado, las jóvenes más humildes de los valles del Pirineo navarro y aragonés cruzaban a pie las montañas para trabajar en las fábricas de alpargatas del lado francés. Como las golondrinas, marchaban en octubre y regresaban en primavera, llenas de ilusión y cargadas de telas y enseres para el ajuar que constituiría su aportación a un futuro matrimonio.
Esperanza Ayerra es biznieta de Esperanza, una golondrina que cruzó los Pirineos en 1913 y a la que la mayor contienda mundial robó su porvenir. Es nieta de Esperanza, conocida como Perla, que no tuvo padre, ni marido, por el cruel destino de una España dividida. Es hija de Espe, una mujer que se tragó sus penas y a la que la historia dejó sin aire. Es el fruto de la frontera entre dos países que se alejan y se acercan cuando sus pobladores se enamoran.
Roland ha empezado a trabajar en el Centro de Cartografía de Sodrovno-Voldaquia. No tardará en comprender que dicha administración sirve a las ambiciones expansionistas del Mariscal Radisic. Pronto, el miedo se apodera del Centro. Se habla de atentados, archivos destruidos, rebeliones sangrientamente sofocadas…
Por otro lado, Shkodra, la joven de la que Roland se ha enamorado, parece despertar gran interés en las autoridades. La pareja huye a través de desiertos, montañas y pantanos… Acorralados, Roland y Shkodra solo tienen una escapatoria: cruzar la frontera. Pero ¿conseguirán orientarse en esos paisajes a escala real, que no se parecen en nada a los mapas con los que Roland está familiarizado?
Una obra autobiográfica del dios del manga.
Finales de 1944, la Segunda Guerra Mundial aún no llegaba a su fin y las fuerzas norteamericanas empezaron una serie de intensos bombardeos contra las ciudades más grandes de Japón como Osaka, donde se llegaron a contar cerca de 10 000 civiles muertos. Tezuka tenía 16 años, él junto a sus compañeros fueron movilizados a Osaka para trabajar en un arsenal del ejército japonés.
En esos años, el dios del manga era constantemente reprendido por sus superiores, pues se la pasaba dibujando cómics en lugar de hacer su trabajo y un día su castigo consistió en subir a la torre de vigilancia para avisar si veía a los bombarderos B-29 de los Estados Unidos. No obstante, cuando empezó la alarma del ataque aéreo, no tuvo tiempo de bajar quedando expuesto en una de las edificaciones más altas de la fábrica. Entonces, una bomba cayó en el techo a dos metros de él y Tezuka cayó gritando de lo alto de la torre, pero milagrosamente logró sobrevivir. El futuro mangaka describe que el suelo y las casas de los alrededores estaban en llamas y del cielo caía una lluvia de hollín. En medio del caos, el chico decidió subir a la ribera del río Yodogawa y pudo apreciar los enormes cráteres donde habían caído las bombas y los cuerpos calcinados que se podían distinguir unos encima de los otros.