En esta apasionante biografía literaria de Stephen Crane (1871-1900), Paul Auster recrea la fascinante vida y la energía creativa del joven escritor, periodista y poeta que escribióLa roja insignia roja del valor en 1895. Crane solo vivió 29 años, pero en ese corto espacio de tiempo cultivó la novela, los cuentos, la poesía y fue un aventurado periodista que cubrió conflictos como la Guerra de Cuba. Conoció a Joseph Conrad y Henry James, que elogiaron su escritura, y con su obra cambió las letras estadounidenses para siempre.
En estas páginas, Auster ofrece, además, una ventana a la vida en Nueva York y Londres a finales del siglo XIX. Los años de Crane son también una época irrepetible en la que el país se prepara para dejar atrás la América del Salvaje Oeste para convertirse en la potencia capitalista que dominaría el mundo durante el siglo XX; una época de prosperidad que, sin embargo, esconde un pasado sin resolver marcado por el comercio de esclavos africanos y la matanza de indios nativos, y que tiene por delante los primeros movimientos sociales y las reivindicaciones sindicales.
Esta es una historia real, llena de aristas y sombras, sobre la condición humana.
A fines de los sesenta, con trece años, la argentina Silvia Labayru era una adolescente tímida, lectora, amante de los animales, entusiasta de John F. Kennedy, hija de una familia de militares que incluía a su padre, miembro de la Fuerza Aérea y piloto civil. A esa edad ingresó en el Colegio Nacional Buenos Aires, una institución pública de gran prestigio, donde entró en contacto con agrupaciones estudiantiles de izquierda y se transformó en una militante aguerrida. En marzo de 1976 se produjo en la Argentina un golpe de Estado que dio comienzo a una dictadura militar. Para entonces, embarazada de cinco meses y con veinte años, Labayru integraba el sector de Inteligencia de la organización Montoneros, un grupo armado de extracción peronista. El 29 de diciembre de 1976 fue secuestrada por militares y trasladada a la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionaba un centro de detención clandestino en el cual se torturó y asesinó a miles de personas. Allí tuvo a su hija que, una semana más tarde, fue entregada a los abuelos paternos.
La lluvia amarilla del tiempo cae silenciosa sobre Ainielle, un pueblo del Pirineo aragones cuyos habitantes decidieron abandonar poco a poco para buscar una mejor vida en otros lugares. Mientras espera la muerte, Andres, su último morador, recuerda, a traves de un emotivo monólogo interior, aquellos tiempos en los que Ainielle era una tierra con futuro y no sólo con pasado.á Publicada en 1988, la segunda novela de Julio Llamazares confirmó al escritor leones como una de las voces más originales en lengua castellana, gracias al lirismo de su estilo y a su preocupación por temas como la memoria histórica o la España despoblada, que apenas habían sido tratados en la literatura española de la epoca.á "Le debo a esta novela más que a ninguna otra, no porque la considere mejor (ninguna lo es para quienes las escribimos, como ningún hijo o hija lo es para sus progenitores), sino porque me permitió despejar las dudas que sobre mi capacidad como escritor tenía, pues fue un reto el escribirla, ya que fundí en ella mis dos almas literarias: la poetica y la narrativa", escribe Julio Llamazares en el prólogo a la presente edición.
La loca de la casa es la obra más personal de Rosa Montero, un recorrido por los entresijos de la fantasía, de la creación artística y de los recuerdos más secretos. Es un cofre de mago del que emergen objetos inesperados y asombrosos.
«La imaginación es la loca de la casa».
Santa Teresa de Jesús
Este libro es al mismo tiempo una novela, un ensayo y una autobiografía. Pero, por encima de todo, es la historia de amor y salvación que hay entre Rosa Montero y su imaginación: un recorrido por los entresijos de la creación artística y de los recuerdos más secretos. En él se mezclan literatura y vida en un cóctel de biografías ajenas y memorias noveladas. Y, así, descubrimos que el gran Goethe adulaba a los poderosos hasta extremos ridículos, que Tolstoi era un energúmeno, que la autora, de niña, fue una enana, y que, con veintitrés años, mantuvo un estrafalario y desternillante romance con un famoso actor. Pero no deberíamos fiarnos de todo lo que cuenta sobre sí misma: los recuerdos no son siempre lo que parecen. La loca de la casa es un libro sobre la fantasía y los sueños, sobre la locura y la pasión, sobre los miedos y las dudas de los escritores, pero también de los lectores.
Patricia Fernández inaugura en este poemario una mitología en la que la poesía brota y se transmite bajo la mirada de la Luna. Una Luna lorquiana testigo de las pérdidas, el duelo y las ausencias. Pero también una Luna erótica que atesora el renacer, el regreso a las raíces y la aceptación del cambio. Todo ello construye un círculo donde la muerte y el nacimiento se encuentran. La Anciana, la Mujer y la Niña convergen allá donde nace la vida: el útero, el agua y el Mar.