Entre la narrativa detectivesca, la novela «de carretera», el relato biográfico y la crónica, Los detectives salvajes está considerada por la crítica y el público de todo el mundo como una de las mejores y más originales ficciones escritas en las últimas décadas. Uno de los mejores libros en español de los últimos 25 años según Babelia. «Todo lo que comienza como comedia indefectiblemente acaba como misterio.» Dos jóvenes poetas latinoamericanos, Arturo Belano y Ulises Lima, emprenden una aventura que transcurrirá durante varias décadas y cruzará distintos países. Símbolo de la rebeldía y la necesidad de ruptura con la realidad establecida, sus vidas representan los anhelos de toda una generación. La búsqueda en 1975 de la misteriosa escritora mexicana Cesárea Tinajero, desaparecida y olvidada en los años posteriores a la revolución, sirve de inicio a un viaje sin descanso marcado por el amor, la muerte, el deseo de libertad, el humor y la literatura.
Cada mañana María Dolz contempla en una cafetería a una pareja a la que no conoce de nada, cuya felicidad intuye y acaso envidia. Este ritual la ayuda a empezar la jornada, hasta que un día se entera de la muerte del hombre a manos de un enajenado. Más tarde, una relación imprevista, quizá imprudente, acerca a María a los pormenores del suceso. El embriagador estado de enamoramiento y las acciones que desencadena, positivas o viles, generosas o egoístas, la impunidad, la presencia casi permanente de los muertos en nuestras vidas, la memoria, la imposibilidad de conocer cabalmente la verdad son algunos de los temas por los que discurre, firme y sinuosa, una de las mejores novelas de su autor.
En este libro audaz, que señala un hito decisivo en su labor crítica, Umberto Eco se convierte en su propio objeto de estudio y analista de sí mismo. Acompañado de Dante, Leopardi y Joyce, e interpretando a los principales hermeneutas de sus obras, Eco replantea cuatro grandes problemas de la semiótica moderna: los «límites de la interpretación», el excesivo dispendio de «energía interpretativa», «los criterios de economía de lectura» y un ataque polémico a la «práctica de la deconstrucción». Trata así de restablecer el equilibrio entre la «intención del lector» y «la intención del autor», al tiempo que demuestra que el principio de la semiosis ilimitada no puede consistir en una derivación incontrolable del sentido. Si bien las interpretaciones de un texto pueden ser infinitas, no todas son buenas, y aunque no sabemos cuáles son las mejores, sí es posible determinar las que resultan totalmente inaceptables.
Quentin Coldwater es un chico brillante pero desdichado que vive obsesionado con las novelas de fantasía que leyó en su infancia y que transcurrían en un país mágico llamado Fillory. Cuál no será su sorpresa cuando inesperadamente es admitido en una muy secreta y exclusiva universidad de magia en Nueva York, donde recibirá una rigurosa educación sobre los arcanos de la moderna hechicería y descubrirá la amistad, el amor, el sexo, la bebida y el aburrimiento. Porque a pesar de los increíbles descubrimientos que ha hecho a lo largo de estos años de universidad, siente que le falta algo.
La magia no ha conseguido que Quentin encuentre la felicidad y las aventuras con que había soñado. Pero tras graduarse, él y sus amigos harán un descubrimiento asombroso.
Los mandarines es sin duda la novela documental más importante que se haya escrito hasta ahora sobre los años de la posguerra francesa. Libro en clave —donde aparecen, apenas disimuladas, las figuras de Sartre (Dubreuilh), Camus (Henri Perron) y Simone de Beauvoir (Anne)— no es, sin embargo, como ha señalado la misma autora, ni una novela autobiográfica ni un reportaje, sino una evocación. Los mandarines describe admirablemente la atmósfera cultural y política de la guerra fría, y el ambiguo y desgarrado papel de intelectuales y artistas que predicaban entonces la necesidad, dramática y cotidiana, de una nueva y auténtica moral fundada en la responsabilidad del hombre.
SIMONE DE BEAUVOIR (1908-1986), escritora francesa, fue también inseparable compañera de Jean-Paul Sartre durante más de cincuenta años. Su obra abarca tres vertientes: la literaria (La invitada, Los mandarines), la ensayística (El segundo sexo) y la memorialística (Memorias de una joven formal, La plenitud de la vida, La fuerza de las cosas. Final de cuentas y, tras la muerte de Sartre, La ceremonia de/adiós).
Traducción de Silvina Bullrich
Un pintor recibe el encargo de realizar un cuadro de la Virgen con el Niño. El cuadro acompañará en un retablo a otro de increíble belleza, lo que enorgullece pero asusta al artista. Tras buscar y buscar sin éxito una modelo, un día, por casualidad, encuentra a una joven judía que representa toda la belleza, ternura e inocencia que él necesita. Tras convencerla para que pose, y una vez que ella vence sus miedos y recelos, se establece entre ellos una relación especial. Sin embargo, ambos malinterpre-tan los sentimientos del otro: él, maduro ya, ve en ella una misión que cumplir, mostrarle el camino hacia la conversión. Ella, joven e inexperta, quiere ver, en el hombre que se fija en ella, unas intenciones que expliquen los anhelos y cambios que está experimentando su cuerpo. Hasta que interviene el destino.