El maestro en el arte de aterrar se supera a sí mismo. He aquí una serie de historias -unas horripilantes en su extravagancia, otras tan terroríficas que disparan el corazón- que son el producto mejor acabado de una de las más poderosas imaginaciones de nuestro tiempo: En «La niebla», historia inicial del libro, extensa como una novela, un supermercado se convierte en el último bastión de la humanidad ante la invasión de la Tierra por parte de un enemigo inimaginable... En los desvanes hay cosas que conviene dejar tranquilas, cosas como «El mono»... La más soberbia conductora del mundo le ofrece a un hombre «El atajo de la señora Todd», para llegar antes al paraíso... En fin, todo un abanico de emociones y escalofríos, cuyas flores se abren por la noche...
«Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip. Estaba en la bañera, depilándose la pierna derecha, el agua jabonosa por la cintura, y su piel desnuda se erizó igual que si acabara de reventar el grifo del agua fría. Bip-bip. En el estéreo del dormitorio, los Tigres del Norte cantaban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas incompartidas.»
Una apasionante historia de ideales y amor que muestra un magnífico retrato de la sociedad medieval del siglo XII.
Ducado de Alta Lorena, 1187. Tras la muerte de su padre, el joven mercader de sal Michel de Fleury se hace cargo de los negocios familiares. Son tiempos difíciles para los comerciantes, ya que la avaricia del clero y el despotismo de la nobleza gravan con abusivos impuestos a los mercaderes y sumen al pueblo en la miseria.
Es entonces cuando el carismático Michel decide desafiar a los poderosos para cambiar las opresivas leyes del comercio y abanderar las ansias de libertad de un pueblo. Sus medidas, revolucionarias para la época, lo envuelven en una mezquina lucha de poderes. Así que, cuando propone construir un puente alternativo para evitar las tasas de los señores feudales, sus enemigos harán todo lo posible por derrotarlo, hasta el punto que verá peligrar su vida y la de la mujer a la que ama...
Una bellísima novela sobre el eterno problema del amor, con la verdad que ofrece un conocimiento profundo del alma humana.
Un viejo campesino calabrés llega a casa de sus hijos en Milán para someterse a una revisión médica. Allí descubre su último afecto, una criatura en la que volcar toda su ternura: su nieto, que se llama Bruno, como a él le llaman sus camaradas partisanos. Y vive también su última pasión: el amor de una mujer que iluminará la etapa final de su vida concediéndole toda su plenitud.
Empieza Ciudad de cristal, con un escritor de novela policiaca que, por azar, se ve actuando como un detective por las calles de la ciudad de los rascacielos mientras se cuestiona quién es en realidad. En Fantasmas, se conforma un laberinto de búsquedas que Azul, el detective, deberá desentrañar. En La habitación cerrada, el protagonista recibe el encargo de buscar a un amigo de la infancia desaparecido que ha dejado una maleta llena de manuscritos inéditos que deseaba que fueran publicados, por razones un tanto confusas.En las obras de Paul Auster, los acontecimientos se precipitan tras sucesos de una naturaleza, aparentemente, insignificante: lo pequeño marca la diferencia y el azar condiciona las decisiones. La investigación de lo otro se convierte en la búsqueda de uno mismo, en el afán de hallar una identidad propia y distintiva.
La zona muerta es una de las mejores y más espeluznantes obras de Stephen King.
A John Smith le horrorizó descubrir que había pasado más de cuatro años en coma. Pero le horrorizó aún más descubrir que podía conocer las cosas por anticipado. Él sabía que aquel hombre perverso iba a convertirse en presidente de Estados Unidos e iba a destruir el mundo. Y por eso tenía que matarlo...