Nana no es un gato cualquiera. Tiene el pelaje blanco, una cola de color negro con un gancho en forma de siete, las uñas afiladas y la mirada atenta. Le gustan los filetes de carne de cerdo empanados, el pollo y el salmón. Pero aún hay más: entiende el lenguaje de los humanos y tiene opiniones muy suyas sobre la vida. Nació en la calle y durmió en el capó de una furgoneta hasta que un día un hombre se le acercó sonriendo, y desde entonces son inseparables. Satoru y Nana han convivido durante cinco años, pero ahora ha llegado el momento de separarse y de encontrar un nuevo dueño. Juntos emprenderán un viaje en el que Nana verá por primera vez el mar y los campos sembrados de hierba alta, vivirá las emociones más hondas de los humanos y el dolor de la pérdida, y conquistará el corazón de los lectores gracias a la narración llena de ternura y humor de Hiro Arikawa.
Grady McNeil tiene diecisiete años y ha conseguido convencer a sus padres para que la dejen sola en el piso de Central Park mientras ellos hacen un crucero de verano. Nadie se explica por qué la jovencita desdeña las delicias de Europa por el ardiente verano de Nueva York. Pero ella tiene un secreto: está enamorada. Y el suyo es un amor que deberá saltar barreras muy poderosas. Porque Grady, que definitivamente ha nacido en lo más alto de la escala social, se ha enamorado de Clyde Manzer, un chico de veintitrés años que trabaja en el parking donde ella guarda su coche. Y Clyde es judío, veterano de guerra –estamos en la década de 1940, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial– y de clase baja. Y a medida que avanza el verano, y crece el esplendor de los cuerpos, lo que empezó como un amorío de vacaciones se irá volviendo más serio, más turbio, más equívoco...
Una rica coleccionista encarga a un hombre que encuaderne tres manuscritos con una condición: que no los lea. Pero cuando se entera de que la mujer ha muerto algunos dicen que asesinada, el encuadernador rompe su promesa. Queda tan impresionado y perturbado por la lectura de los manuscritos que decide publicarlos bajo el título de CRUCES. La educación de un monstruo. Después de que un carruaje lo atropelle, un famoso poeta es rescatado y llevado a una villa a las afueras de Bruselas. Aunque no recuerda haberla visto nunca, la misteriosa casera demuestra que conoce su pasado. Y le hace una propuesta inquietante... Ciudad de fantasmas.
Publicado en 1977, Cuaderno de cuatro años es el último gran libro de Eugenio Montale.Profundizando en la línea que había abierto con Diario del 71 e del 72, Montale alcanza aquí su escritura más espontánea, improvisada al hilo del presente. A pesar de la distancia estilística que se establece frente a sus primeros libros, más crípticos y formales, los poemas del Cuaderno no renuncian al misterio: bajo su apariencia de sencillez, encontramos frases aplazadas, conexiones intangibles y palabras que resuenan en múltiples direcciones.
«Juan Gabriel Vásquez ha mostrado con frecuencia su amistad con la poesía. Por eso quiero precisar que, aunque Juan Gabriel sea un gran novelista, lo que publica ahora no es un libro de poemas escrito por un novelista, sino un libro escrito por un poeta. Cuaderno de septiembre nació como una necesidad con la intención de que la poesía hiciese sus preguntas sobre los que decimos cuando decimos soy yo, sobre lo que dicen las cosas y sobre lo que saben de nosotros las palabras».
Los valiosísimos cuadernos autobiográficos de Marguerite Duras.
«Un documento autobiográfico único, un testimonio muy valioso sobre la génesis de la obra de Marguerite Duras.» La Repubblica
«La mejor escritora francesa del siglo XX.» José María Guelbenzu, El País
«Impecable narradora y apasionada incorregible.» Concha García, La Razón
«Marguerite Duras …, tremenda hija de su siglo. Europa, colonialismo, post colonialismo, ilustración, capitalismo, comunismo, guerras mundiales, literatura, cine. Pasión. Todo está allí, en esa vida. En esa escritura rabiosa, elegante, inteligente, feroz, sensual.» Diana Fernández Irusta, La Nación
«Con los años, la crítica y los lectores reconocieron la maestría de Duras para pintar universos y emociones, y su habilidad inusitada para crear y recrear a sus personajes.» Tamara Tenenbaum, Infobae