Isaak Bábel nació en Odesa cuando esta era una ciudad con un importante gueto judío. Sus historias relatan la vida en este puerto en los últimos días del imperio ruso. Gánsteres, prostitutas, mendigos, contrabandistas aparecen en sus páginas: nadie escapa al agudo análisis de la pluma de Bábel. Desde los cuentos de la crueldad magnética de Benia Krik, infame jefe de la mafia y uno de los grandes antihéroes de la literatura rusa, hasta el devastador relato semiautobiográfico de un joven judío atrapado en un pogromo, esta colección de historias es considerada una de las grandes obras maestras de la literatura rusa del siglo xx.
En esta colección de treinta y nueve textos de once autores dominicanos, seleccionados por Emilio Rodríguez Derhorizi para ser publicados bajo el título Cuentos de política criolla el lector encontrará muchas de las características de la sociedad dominicana entre 1890 y 1930, en particular de la actividad políticas Sean relato, cuadro de costumbre, narración tradicional, anécdota, episodio o un «sucedido», destacan por su condición de documentos socioculturales, «manifestación de la psicología criolla en el escabroso terreno de la política» y de los rasgos lingúísticos de algunas zonas del país, así como por su tono satíricO-picaresco. «La sociología podría extraer de cada uno de estos cuentos un prototipo, un arquetipo criollo: el de la malicia —en sus diversas modalidades: el marrullero, el socarrón, el conservador, el oportunista o vividor; el de la incivilidad, el de la ignorancia, el de la fanfarronería, el del valor, el de la hombría de bien, el del desinterés, el del civismo; lacras y virtudes de nuestro pueblo».
Parece un bosque cualquiera, pero no lo es. Claro que para saberlo hay que prestar atención a lo más pequeño y escondido... ¡Sí, justo ahí! En ese árbol donde bailan las hadas que han invitado a duendes, elfos y gnomos a su fiesta.