La Biblia tiene una riqueza inagotable, y no solo como obra literaria. Es el libro de cabecera de los cristianos, porque es la Palabra de Dios, dirigida a los hombres de todo lugar y de todo tiempo. Conocerla es conocer a Dios. Conocerla mejor es conocer mejor a Dios. Vivir sus enseñanzas es acercarnos al Cielo aquí en la tierra. Para presentarla en este libro, el autor acude a cinco palabras clave: revelación, historia, literatura, salvación e Iglesia.
El tigre y la guitarra es la historia de Yoichiro Yamada, un japonés que vino a España para ser guitarrista flamenco y jamás regresó a su país. Terminó abducido por dos mundos idílicos y en principio opuestos: el del flamenco que amaba y el de los samuráis de los que era descendiente. En su deriva no supo encontrar la salida a su propio laberinto. «¡Vuelve a casa!», le pedían sus amigos. Pero se negaba: no podía regresar porque no se había convertido en el guitarrista que soñó. El tigre y la guitarra nos habla del choque de universos paralelos, de pasiones y de obsesiones, pero también de hasta dónde nos arrastran nuestros pensamientos, del fracaso y de cómo los sueños que perseguimos pueden acabar persiguiéndonos.
Este libro es una experiencia de lectura juego y observación con la música como protagonista. Sus creadores recrean el clásico juego de las estatuas, invitando a los lectores a bailar con dinosaurios y a descubrir, en cada nueva ilustración, quién cambió de posición. Un libro interactivo con música Original, a la que puede accederse | de diferentes formas, que anima a la actividad física y a prestar mucha atención a las imágenes.
Clío es curiosa, soñadora, muy distraída y un poco torpe, pero, por encima de todo, es optimista.
Aunque tiene muchos accidentes, siempre consigue encontrar algo positivo en todo lo que le ocurre.
El día en el que intenta aprender a patinar, tiene un afortunado accidente que acaba con toda la ciudad comiendo delicioso helado. Un libro repleto de acción y onomatopeyas, con un mensaje lleno de valor:
“A veces las situaciones inesperadas nos ofrecen grandes oportunidades”.
Hadot nos muestra que Sócrates, partero de espíritus, permite responder a la pregunta de qué es filosofar, ayuda a su interlocutor a replegarse en sí mismo, a cuestionarse, es decir, a descubrir la conciencia. Sócrates no engendra nada, porque no sabe nada, pero propicia que otro pueda engendrarse a sí mismo. Invierte la relación entre maestro y discípulo mediante un procedimiento existencial que tanto Kierkegaard como Nietzsche han tratado de repetir. Para Kierkegaard, nos cuenta Hadot, el mérito de Sócrates consiste en haber sido un pensador sumido en la existencia, y no un filósofo especulativo que olvida lo que es existir. Es decir, Sócrates nos desvela la filosofía como forma de vida.
El ser humano es el ser vivo cuya existencia va acompañada de una gran capacidad para "hacerse ser", para manifestarse en los papeles sobreañadidos. A fin de sostener estos papeles, tanto en la vida como sobre el escenario, recurrió al maquillaje o a las máscaras, que proporcionan simulación y disimulo y producen una mímica eficaz. Las máscaras fueron en ocasiones portadoras de soberanía, y en otras, de infamia o de ridículo. Para sujetos con la obligación de dar la cara fueron figuras de auxilio. Las máscaras permitieron que la ocultación y la manifestación actuaran en concierto. Esta recopilación de estudios contiene las páginas recientes sobre "Los poderes de la máscara", que figuraron en el catálogo de la exposición Máscaras, mascaradas, mascarones, celebrada en el museo del Louvre en 2014.
Presentamos íntegras por primera vez las anotaciones del diario del gran cronista Victor Klemperer sobre sus experiencias cinematográficas en los inicios de la era del cine sonoro. Desde el principio, el cinefilo es testigo de cómo la innovación tecnica se abre paso en la Alemania de 1929, y aunque inicialmente fue crítico con las películas sonoras, pronto cayó rendido ante las posibilidades de este nuevo formato. No era raro que viera varios filmes por semana. Sin embargo, los nacionalsocialistas se fueron apoderando del medio, y Klemperer acabará por quedar excluido de las salas de cine cuando en 1938 se prohíbe la entrada a los 'no arios'. Afortunadamente, ni siquiera eso pudo mantenerlo alejado de su gran pasión. Obligado a una existencia en la sombra, Klemperer experimentó momentos de luz ante la gran pantalla: 'Tanta música, humor, arte interpretativo y todo.