Si hay algo que nos reúne como sociedad, es la bicicleta: todos la hemos montado alguna vez. Cada uno de nosotros tiene el recuerdo de aprender a montar y, al hacerlo, descubrir una nueva forma de relacionarse con el mundo, con los otros y con uno mismo. En su humildad, la bicicleta nos pone en armonía con el tiempo y el espacio que habitamos.
Fuertemente enraizada en nuestro imaginario cultural, goza de una doble dimensión mítica: colectiva e individual. Colectiva porque, desde mitades del siglo XX, constituye la forma de transporte de las clases obreras; e individual, pues ciclistas como Induráin o Coppi se alzan como verdaderos héroes ante la mirada del público. Ya Barthes, en sus Mitologías, analizó la manera en que los deportistas de élite se transforman en mito, aunque hoy esa idealización esté en parte mancillada por el dopaje.
No obstante, ahora la bicicleta regresa con fuerza a las ciudades, gracias a las nuevas políticas urbanísticas. Su imagen es objeto de un renovado entusiasmo popular, como atestiguan Barcelona y París. La bicicleta se alza, pues, como proyecto de futuro, como guía hacia un ideal utópico de ciudad en la que las exigencias de los ciclistas lograrán doblegar a los poderes políticos.
Se dice a menudo que las lenguas están para entenderse, al igual que se ha vuelto un cliché afirmar que la diversidad lingüística es un bien que nos enriquece a todos. Sin embargo, las lenguas suscitan enconadas querellas y son fuente de enfrentamientos políticos cuando se convierten en potentes marcadores identitarios, como vemos en el caso de los movimientos nacionalistas. Existe además una preocupación creciente por su desaparición en todo el mundo, lo que se denomina «la muerte de las lenguas», sobre la que vienen alertando activistas y expertos y de la que se hacen eco instituciones internacionales como la Unesco o el Consejo de Europa. Hay, en definitiva, demasiadas cosas que se dan por supuestas en las discusiones sobre las lenguas y la diversidad lingüística que están plagadas de metáforas, falacias, clichés y excesos retóricos. En este lúcido ensayo, Manuel Toscano plantea la necesidad de desbrozar el terreno para una reflexión ecuánime sobre el uso de los idiomas como medio de comunicación, patrimonio cultural y seña de identidad. Con datos y argumentos contrastados, repasa la situación a escala global, expone en qué consiste el valor comunicativo de una lengua y los mecanismos que operan en el surgimiento de una lengua franca, sopesa el papel de la lealtad de los hablantes así como las tesis del nacionalismo lingüístico o la noción de lengua propia, y analiza, por último, el complicado asunto de los derechos lingüísticos.
¿Qué significa que los ordenamientos jurídicos sean subsistemas dentro de los sistemas democráticos y qué función tiene el derecho en una democracia? ¿Por qué es imprescindible que las normas se orienten teleológicamente y quién las orienta? ¿Qué significa discriminar? ¿Serías capaz de identificar los intereses que guían determinadas políticas? ¿Tiene sentido comparar sistemas jurídicos? Este manual ofrece una perspectiva nueva y sugerente a través de textos muy concisos, lógicamente conectados, y que se completan con ejercicios prácticos. Embarca en un viaje reflexivo, desafiando suposiciones: prepárate para el estudio del derecho comparado con esta obra breve pero esencial.
Una princesa caída en desgracia. Traidora. Y ahora reina.Tras renegar de su pueblo y de lo que le correspondía por nacimiento, Elise Lysandeer ocupa su lugar junto al nuevo rey feérico en una tierra dividida. Venerada por algunos y odiada por muchos, la batalla que Elise tendrá que librar por su amor y su libertad no ha hecho más que comenzar.
Cuando los secretos del castillo Aguja del Cuervo salen a la luz, Elise y Valen descubren que sus enemigos tienen en sus manos más poder del que ellos imaginaban. Y hará falta algo más que espadas para vencerlos: ambos tendrán que cumplir la peligrosa petición del hermano encarcelado de Valen, destruir una profecía del destino que custodia la brutal hermana de Elise y establecer una alianza indeseada con un ladrón misterioso de un reino vecino, que puede resultar en la victoria definitiva o en más muerte y destrucción.
Tras una cita a ciegas desastrosa, Darcy Lowell no puede esperar a que su hermano se canse de hacer de celestina. El amor, y el inevitable desamor, es lo último que está buscando; así que miente y dice que su última cita ha sido todo un acierto, sin esperar que su mentira pueda verse descubierta.
Elle Jones, una de las astrólogas que hay detrás de la popular cuenta de Twitter Oh MyStars, sueña con encontrar a su media naranja. Pero sabe de sobra que no es Darcy, una remilgada, demasiado analítica, puntual y escéptica para alguien de espíritu tan libre como ella. Cuando el hermano de Darcy, su nuevo compañero de negocios, le dice lo contento que está con que su cita haya ido bien, Elle no sabe cómo reaccionar. ¿Estuvieron en la misma cita?
Darcy le pide a Elle que continue con la mentira y Elle accede con una condición: Darcy tiene que ayudarla a sobrevivir a su familia durante las Navidades. Pero lo que ninguna de las dos espera es que los sentimientos florezcan durante una relación falsa.
Quizá los opuestos sí se atraen, cuando el amor está escrito en las estrellas…
Jan es consciente de que su madre le quiere, pero le encantaría saber cuánto: «¿Puede medirse el amor?», se pregunta. Desearía tener un termómetro o una cinta métrica que le mostraran cuánto lo quiere mamá... Porque, cuando ella le dice: «Te quiero hasta el infinito, ida y vuelta», él no acaba de entenderlo. ¡Pero con la ayuda de su perra, Kala, intentará descubrirlo!