La vida de un militar es, en muchos aspectos, un reflejo de la historia de su país. Freddy Piantini, cuya trayectoria se desarrolló en un periodo tumultuoso de la República Dominicana, es un testimonio viviente de como los destinos de un ser humano puede entrelazarse con los grandes acontecimientos que marcan el rumbo de una nación. Desde sus inicios como cadete en 1957, Piantini se vio involucrado en una serie de eventos que no solo definirían su carrera, sino que también impactarían la anhelada democracia dominicana.
En un mundo repleto de historias por descubrir, la lectura se convierte en la llave que abre las puertas de la imaginación y el conocimiento, Sin embargo, en la educación actual, fomentar el hábito de la lectura sigue siendo un reto, especialmente cuando la tecnología y el ritmo | acelerado de la vida nos distraen constantemente.
Esta obra es una amplia recreación de la vida armoniosa de nuestros campos, otrora espacios para elevar el culto a la convivencia humana y sobre todo, a grandes principios de que la vida no amerita estar rodeada de grandes fortunas, sino de un ambiente ecológico, moral, ético y mayormente compuesto de patrones conductuales que sirvan de referencia de estilos de vida frugal y llenos de espiritualidad.
Sus capítulos tratan, cuando no, de lecciones sociales, asuntos esotéricos a veces, mejores prácticas de la convivencia en el hogar, la vida matrimonial como un instrumento de ser feliz. Las invocaciones a Dios son frecuentes como referencia de las buenas obras, las experiencias académicas… y un canto de felicidad al evocar la llegada de sus hijos Evangelina, Eva y Rey Martín.
Hablar sobre las redes sociales y los adolescentes en un
momento en que las plataformas digitales han transformado
la manera de relacionarnos e informarnos, va más allá de una
simple conversación. Más que una necesidad, comprender
el impacto que tienen en las nuevas generaciones, es una
responsabilidad.
Este libro de nuestro querido hermano y amigo Nelson
Rodríguez no sólo aborda el tema desde una perspectiva
informativa, sino que lo hace con una mirada integral: social,
emocional e histórica. Desde el primer capítulo, el lector es
llevado por un recorrido que no sólo explica cómo funcionan
las redes sociales y su evolución, sino que también explora
el cerebro adolescente, su salud mental y el papel crucial que
desempeñan los padres y adultos en la educación digital de
los jóvenes.
No pocas veces los filósofos y los poetas se embarcan en las mismas aventuras del pensamiento y de la intuición. Así, mientras en la dimensión de Homero y de la Ilíada, la flecha de Paris lanzada desde las murallas de Troya recorre una línea de palabras y llega siempre a la pierna de Aquiles, la flecha de Zenón, lanzada en Elea hace 2600 años, atraviesa una línea numérica eternamente divisible por dos y todavía hoy no logra llegar a su imposible destino.
La revolución tecnológica, producto de una insurrección intelectual previa, y derivada en una digitalización vertiginosa y díscola carga sobre sus hombros los fenómenos inherentes a la posmodernidad. El auge del medio digital ha generado el ruido, la grave tormenta de la información degradada en desinformación, de la noticia convertida en falsedad o posverdad, de los poderes democráticos transformados en seudo poderes de la posdemocracia y de las batallas identitarias reducidas a la lucha por el reconocimiento de grupos minoritarios atrapados en la desnaturalización de la sexualidad, el egocentrismo y el género. El conocimiento ha sido vapuleado por la información, cada vez más excesiva e inútil, y el dato se cree sabiduría en sí misma. El selfi ha degradado al retrato y el fitness y la industria del espíritu son rasgos identitarios de las nuevas tribus que, conjugando lo arcaico con lo actual, han dado lugar a la nueva cotidianidad y a los mitos, temores, pesadillas e ilusiones de una ensoñación posmoderna. El porno y la mera sociedad del espectáculo engullen la existencia a una velocidad y superficialidad asombrosas. El fundamentalismo e integrismo identitarios enhiestan el singularismo como una virtud a riesgo de echar a perder el valor de la diversidad, cuando no la singularidad, a riesgo de perder la esencia de lo humano. La pérdida, cuando no sustancial deterioro de los vínculos humanos ha convertido al sapiens en digitalis, diluyéndose con ello el esplendor de los valores humanísticos universales. Sufrimos, con angustia, la decadencia del ser en favor de la efímera y vacía sombra del parecer o el tener. De esos y otros síntomas y temores de los tiempos actuales tratan estos textos que han saltado, para una comprensión más coherente, de las páginas del periódico a la densidad del libro.