Quien más, quien menos, a sabiendas o no, todos nos hemos topado en alguna ocasión con un narcisista. Y seguramente, más de una vez, mucho más de lo que querríamos reconocer, hemos sido víctimas de él. Nos hemos dejado llevar y de repente nos hemos visto atrapados en una relación tóxica (de pareja, familiar o de amistad) que nos ha perjudicado.
La Licenciada en Ciencias para la Familia y Consultora Psicológica Magister Analía Forti hace un análisis sencillo, pero riguroso, del perfil narcisista. Nos ayuda a identificar las banderas rojas, nos da herramientas para salir de la espiral viciosa y nos ofrece pautas para que la huella que nos ha dejado sea cada vez menos profunda.
Hoy en día alrededor del 70% de las parejas están insatisfechas con su relación. La falta de comunicación o las mochilas emocionales son algunos de los problemas a los que nos enfrentamos y que, a menudo, no sabemos o no nos atrevemos a resolver. Muchas veces, cuando esto ocurre creemos que es mejor buscar algo diferente. Pasar a lo siguiente.
Pero no todo es blanco o negro. Y es que, en cualquier relación, también en una sana, habrá conflictos. Conversaciones incómodas. Momentos altos y bajos. Y muchas otras cuestiones que, por el hecho de ser desagradables e incómodas se evitan, lo cual impide que exista esa pareja funcional con un vínculo seguro a la que casi todo el mundo aspira.
Olivia lleva veinte años sin querer regresar al pueblo; lo que pasó allí es demasiado doloroso de recordar. Pero el problema de darle la espalda al pasado es que no vemos cuándo vuelve a nosotros con fuerza.
En el momento en que su jefa la obliga a escribir un reportaje sobre el lugar adonde juró no volver, a Olivia no le queda otra: debe enfrentarse a sus fantasmas, que parecen pesar más de lo que pensaba.
La aparición de unos botones en su mesilla, fruto de una antigua leyenda local, la llevará a recorrer la comarca de la mano de alguien en quien llevaba tiempo sin pensar, pero que tal vez ocupaba un espacio en su corazón que no recordaba ni ella. Pero ¿cómo dejar entrar al pasado después de haberlo bloqueado durante tantísimo tiempo?
Apenas conocida entre nosotros, pero muy célebre y controvertida en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX, donde su desprejuiciada condena de la religión causó un tremendo impacto, Louise Ackermann ha dejado un rastro ambiguo en el que conviven la admiración y el escándalo. Rebelde, transgresora, descreída e incómoda, la pensadora y poeta parisina fue motejada de «Satán femenino» por su desusada profesión de impiedad, pero incluso sus detractores, como el muy católico Barbey d’Aurevilly, reconocieron su audacia y sobre todo su valía literaria. La obra de Ackermann llevó a cotas máximas de osadía la tradición del libre pensamiento, amparada en múltiples lecturas —Lucrecio y su maestro Epicuro, Spinoza, Shelley o Proudhon estuvieron entre sus autores de cabecera— y el propósito de ensalzar un «humanismo comprometido» frente a las fabulaciones de los credos consoladores. Acogida a una soledad radical, grata a su «indomable individualidad», Ackermann fue mucho más allá de lo que se esperaba de la literatura escrita por mujeres para defender la ciencia y el progreso desde una moral austera pero combativa, opuesta a los misterios del dogma. Al cuidado de Francisco Socas, que acompaña el texto de una extensa y ponderada introducción crítica, esta primera edición española de su obra reúne la breve autobiografía Mi vida, los Poemas filosóficos, los Pensamientos de una mujer solitaria y otros extraídos de su Diario. Todos ellos dan cuenta de la singularidad y la fuerza de una escritora excepcional, aplicada a la impugnación de lo que su traductor ha llamado las «industrias del miedo».
Esta guerra se librará desde Ucrania hasta Taiwán, desde el fondo del mar hasta el espacio exterior, en las minas de litio y en el ciberespacio. Será larga y enfrentará no solo a dos bloques, sino a una familia occidental, más bien liberal, contra una autoritaria familia euroasiática. Será una lucha por la influencia a escala global, marcada por las crisis y los conflictos regionales. ¿Estamos, como en la década de 1910, en vísperas del gran choque de imperios? ¿O, como en la de 1930, ante el surgimiento de un totalitarismo agresivo? ¿O, como en los años cincuenta, al comienzo de una nueva forma de Guerra Fría? ¿Qué pasaría si Occidente no estuviera en tan mala posición para ganar esta nueva guerra? ¿Y si sus debilidades fueran menos importantes que las de sus oponentes?