Realmente me pareció entretenida, conmovedora e interesante por los valores que nos inculca. Digna de una lectura obligatoria para niños y adolescentes. Una lectura ecológica. No aburre ni cansa, muy dinámica, adecuada para leerla de una sola sentada. Es bastante detallista a la hora de describir el espacio geográfico donde transcurren los hechos y cómo viven los habitantes de La Ceibita y otros puntos geográficos que sirven de escenario.
Los personajes son algo cómicos, reflejan mucho la ignorancia, lo ingenuo, el miedo y las creencias en mitos, en leyendas e historietas que solían hacer los padres o la gente de la vecindad como una manera de entretenimiento, pero que también los adultos compartían en grupos, que, aunque no eran parientes, compartían de manera casi familiar.
En resumen: es una novela corta, de solo cuatro capítulos, que busca dejar varias enseñanzas al niño y a los adolescentes, como dije al principio para desmenuzarla en una sola sentada, apta para el cine.
Es normal sentirse diferente... ¡porque todos lo somos! Aceptar la diversidad empieza cuando aceptamos las propias cualidades y defectos. Para trabajar la autoestima desde la infancia hemos propuesto en este librito hablar de las virtudes que nos hacen distintos en el mejor sentido de la palabra: la bondad, el valor, la alegría, la generosidad o la creatividad, en busca de niños que se sientan importantes, grandes y especiales por ser así, tal como son: únicos.
Tener la pretensión de ser astronauta, la ilusión de recorrer los siete mares o la fantasía de conocer a un dinosaurio suena irreal, pero es una manera de fomentar la imaginación de los niños y de desarrollar sus capacidades para establecer metas y propósitos por los que luchar en la vida. El mundo puede ser un lugar mágico en el que cumplir sueños tan bonitos como saltar en los charcos o tener miles de amigos, por tanto... ¡Que nada ni nadie impida a los niños soñar a lo grande!