Dentro de su labor como escritora de cuentos, la maestría de Ana María Matute queda patente en este volumen, que está compuesto por veintiún relatos brevísimos más dos de inéditos hasta la fecha. La brevedad en la extensión queda compensada ampliamente por la gran riqueza narrativa que encierran. Estos cuentos, dedicados a niños alegres en un mundo triste, componen una gran pintura impresionista y de una belleza serena.
"I have something new to talk about . . . tonight I will be going out," Mama gently tells Llama Llama.
At first, Llama feels okay with this. After all, Mama has gone out before and Gram and Grandpa have stayed with him. But this time they can't. Someone new is coming over, and the more he thinks about it, the more he worries! He knows he will be miserable . . . and then the doorbell rings. It's Molly from the ice cream store. What is she doing here? And she has ice cream! Maybe having a new babysitter isn't nearly as bad as he thought!
Alquimistas arruinados por el ajenjo, luchadores que se enfrentan a tigres en combates cuerpo a cuerpo antes de convertirse al ascetismo, aeronautas temerarios que aterrizan en tejados de grandes almacenes parisinos, generales cosacos budistas, políglotas ayunadores, aviadores infelices, inventores de cañones etéreos, pintores monocromos devotos de santa Rita... De Cary Grant a Lovecraft, de Salgari a Pancho Villa y Buster Keaton, o de Arletty a Therese Neumann, no cabe duda de que los cuarenta y dos personajes a los que Alvi retrata en estas páginas son extravagantes y excéntricos, pero ante todo hombres y mujeres cuyas irrefrenables ganas de vivir encarnan el proteico potencial del espíritu humano.
Harriet Lee puede parecer a sus vecinos la típica madre trabajadora, y su hija Perdita la no menos típica colegiala británica, pero hay indicios de que no son tan normales como ellas creen. Para empezar, Harriet hace un pan de jengibre muy especial, que quizá no parezca nada del otro mundo a los londinenses, pero es muy popular en Druhástrana, la lejana tierrasegún muchas fuentes inexistentedonde vivió hasta su primera juventud junto a su carismática amiga Gretel Kercheval, una figura que tuvo algo que ver en todo lo que ocurrióbueno y maloa Harriet desde niña. No obstante, sólo décadas más tarde, cuando una Perdita ya adolescente se proponga reencontrar a esta amiga de su madre, descubriremos la verdadera historia de Harriet. Inspirada por la tradicional presencia del pan de jengibre en las fábulas infantiles, Helen Oyeyemi nos invita a saborear esta deliciosa historia de una gran familia cuya herencia es una receta. Un relato sorprendente y un auténtico festín para el lector.
Del alerce, «árbol cósmico por el cual descienden el sol y la luna», al roble con su fuerza heráldica; del haya, «árbol feliz de los dioses», al tejo, símbolo de la muerte y la eternidad: Rigoni Stern escoge veinte árboles muy queridos para contarlos, repasando sus características botánicas y ambientales, ilustrando su historia y riqueza, explicando el influjo que han ejercido en la cultura popular y la literatura, y animando su arboretum con las experiencias propias del hombre de montaña, con los recuerdos y la nostalgia de «cuando los hombres vivían con la naturaleza». Las descripciones se entretejen con las reflexiones personales del escritor, que percibe una consonancia de vivencias y destinos entre las personas y los árboles, contenidos en la parábola eterna de nacimiento y muerte, alegría y sufrimiento; destinados tal vez a vivir mucho tiempo pero condenados, en cualquier caso, a desaparecer y ser remplazados.