Una historia irresistible de intriga, secretos familiares y obsesión.
París, 21 de agosto de 1911. Un hombre irrumpe de noche en el museo del Louvre y roba la Mona Lisa. El cuadro no se recupera hasta dos años después, en Florencia.
Florencia, 2019. El historiador del arte Luke Perrone visita la legendaria biblioteca de la Basílica de San Lorenzo en Florencia. Un coleccionista acaba de encontrar el diario de su bisabuelo Vincent, Vincenzo Perugia, el ladrón de la Mona Lisa con el que espera dar respuesta a tantas preguntas alrededor del infame acto protagonizado por su antepasado: ¿quién ordenó el robo? ¿y por qué?
Acompañado por un inspector de la Interpol y una enigmática joven que conoce en Florencia, Luke se embarca en una búsqueda por diversas ciudades y no tardará en comprender hasta qué punto su investigación pone en peligro a misteriosos adversarios, dispuestos a todo para dejar en la sombra una inquietante verdad.
En la pequeña y remota localidad neozelandesa de Manapouri, frente a un lago, se encuentra la librería de Ruth Shaw, que en realidad son dos, y pequeñitas, pintadas de un arcoíris de vivos colores y rodeadas de plantas, curiosidades y alguna que otra mascota muy particular.
En esta original narración en primera persona, esta librera única nos cuenta historias de las personas que visitan las librerías, nos habla de algunas de sus obras preferidas y comparte anécdotas de su excepcional y azarosa vida. Es un relato marcado por su gran sentido del humor, pero también por las dificultades a las que se ha enfrentado, así como por la resiliencia que ha demostrado, todo coronado con un final feliz de la mano del amor.
A ella se le encarga trabajar como «puente»: vivir con, ayudar y supervisar al expatriado conocido como «1847» o comandante Graham Gore. En lo que respecta a la historia, el comandante Gore murió en la condenada expedición de Sir John Franklin al Ártico en 1845, por lo que está un poco desorientado al vivir con una mujer soltera que muestra regularmente sus pantorrillas, rodeado de conceptos extravagantes como «lavadora», «Spotify» o «el colapso del Imperio Británico». Pero con un apetito por descubrir, un hábito de fumar siete cigarrillos al día y el apoyo de un encantador y caótico elenco de compañeros expatriados, pronto se adapta.
Pero lo que el puente pensó que sería, en el mejor de los casos, una complicada e incómoda dinámica de compañeros de piso, evoluciona hacia algo mucho más profundo.