¿Y si la historia no es como nos la han contado?
1960. Mientras Estados Unidos se prepara para saber si su próximo presidente será Richard Nixon o John F. Kennedy, el veterano de guerra Tom Jefferson se dedica a algo que sabe hacer bien: matar por encargo. Existen otros como él, pero Jefferson posee dos cualidades que lo distinguen del resto: está casado con una mujer que aprueba su manera de ganarse la vida y es el mejor en lo suyo. Por eso, el crimen organizado y la CIA piensan que es la persona ideal para cometer un magnicidio, el de Fidel Castro. Tanto el gobierno como la mafia quieren recuperar la influencia en la isla caribeña que la Revolución cubana les ha arrebatado. Sin embargo, un fatal descubrimiento de Jefferson lo cambia todo. Castro deja de ser el objetivo para pasar a ser alguien aún más importante.
La bella Marguerite desaparece repentinamente de su pequeño pueblo en el norte del estado de Nueva York,pero las causas no están del todo claras. ¿Hubo alguien más involucrado? ¿O simplemente aprovechó la oportunidad para dejar atrás su angustiosa vida? Veinte años despues, su hermana menor, Gigi, reconstruye las pistas de lo acontecido aquellos días y de la investigación posterior. Poco a poco, las revelaciones sobre las dos hermanas se vuelven claras, y se desvela que su perfecta vida hogareña no era tan placentera como parecía. Y sutilmente, con la maestría de Joyce Carol Oates para el suspense, comenzamos a vislumbrar lo acaecido.
Suena el teléfono temprano con la urgencia de las malas noticias, y el narrador escucha a su hermano anunciar que su padre está infartado de camino al hospital. El hombre, admirado y amado por su hijo, había ido perdiendo la cabeza a manos de la ingrata vejez, y ese olvido y esa mirada extraviada despiertan en el protagonista la necesidad de contar la historia de ese trabajador humilde. Historia que no se puede contar sin la del barrio que los vio crecer a Gilmer y a sus hermanos, y la de sus habitantes que lograron eludir la fatal cuadra y sus improbables devenires, tan cargados de realidad colombiana como ningún otro.
Aranjuez se convierte así en el escenario de vidas complejas a las que la mirada sensible de Mesa dota de dignidad y esplendor, en la medida en que nos comparte el dolor profundo del hijo que observa los desvaríos de su padre.