La ira es tan sólo un instrumento o un arma en manos más calculadoras. Un pueblo en armas es una fuerza, pero no piensa. Como mucho opina. Y la opinión es cosa fácil de construir. La ira no produce cambios, la ira es mercenaria. Sirve a quienes más la excitan. La necesaria rebeldía de Medea contra el orden social establecido –o lo que llamaríamos ahora lo «políticamente correcto»– y contra sus propios impulsos naturales, y la actividad de un principio como el de la diosa Kālī que sustenta, en el orden simbólico, la cíclica construcción y destrucción del universo de las formas son, si las comprendemos bien, dos ejemplos inmejorables del poder femenino que necesitamos activar para adelantarnos a lo que ha de venir y evitar así un desastre mayor. Podemos invertir los papeles, sin duda. Pero ¿de qué sirve reemplazar los ingredientes si el caldo está podrido? Lo que necesitamos ahora no es una simple inversión, sino una auténtica transformación, un cambio de paradigma que abarque todos los ámbitos.
Es difícil encontrar un observador tan agudo de su época como lo fue Truman Capote. Su increíble ojo para el detalle, ya fuera para describir a la alta sociedad neoyorquina o a los asesinos más despiadados de Kansas, lo convirtió en un maestro del reportaje y de la no ficción. Esta colección reúne, en orden cronológico, todos los ensayos del autor sobre personajes tan emblemáticos como Charlie Chaplin, Pablo Picasso, Elizabeth Taylor, Coco Chanel y Marcel Duchamp. Capote consiguió captar, dentro del ambiente refinado en el que se movía, la vulnerabilidad de los seres con los que trabó amistad: la infinita tristeza de Tennessee Williams, la peculiar relación entre Marilyn Monroe y Arthur Miller, la generosidad del bastardeado Ezra Pound, las andanzas de Marlon Brando en Japón. Honesta, divertida y también desgarradora, la escritura de Capote se vuelve más fresca con el paso de los años. Allí donde otros escritores son sepultados en el olvido, Capote se impone con más fuerza y viene a confirmarnos que fue uno de los más grandes cronistas del siglo XX.
¿Quién era Capote antes de ser Capote? ¿Quién era antes de llevar la vida de un dandy en Nueva York, antes de internarse en Kansas a escribir la gran novela norteamericana de no ficción, antes de adoptar el apellido del segundo marido de su madre? Truman Streckfus Persons -tal era su verdadero nombre- tuvo una infancia de abandono y desencanto. Después del divorcio de sus padres, su madre lo mandó al campo con sus tías, en Alabama. Allí comenzó a escribir para mitigar el aislamiento. Esos relatos quedaron en el olvido durante casi ochenta años hasta que, en 2014, fueron descubiertos en la Biblioteca Pública de Nueva York por el editor suizo Peter Haag y su mujer, Anuschka Roshani. Los trece cuentos que integran esta antología revelan el talento temprano de Capote para observar lo que nadie más podía ver, para inventar historias, generar climas. Este libro ilumina nuevos aspectos del escritor que ya conocemos: un joven precoz, provocador, vivaz, conflictuado, extraño y brillante. Los primeros cuentos de Capote son una prueba del virtuosismo que lo llevó a crear sus grandes obras maestras y a convertirse en una leyenda de la literatura.