Tras su precipitado matrimonio con Octave de Fonneuve, Aldara, refugiada de la Guerra Civil, llega al Domaine de Clair de Lune, una imponente bodega de Borgoña. Cuando estalla la guerra en Francia, su marido cae prisionero y la deja sola frente a los recelos de su suegro, el acoso de su cuñado y la ocupación alemana. Con todo en contra, su amor y su lealtad hacia Octave la llevarán a tomar las riendas de un negocio amenazado por la rapiña nazi. Sin embargo, su determinación será puesta a prueba cuando aparezcan dos hombres: un teniente alemán, que se aloja en la mansión, y un piloto aliado caído, al que esconde de la Gestapo.
Implicada en la Resistencia francesa, atrapada por las intrigas y los secretos de su familia política y perseguida por los fantasmas de su pasado, Aldara se ve obligada a sobrevivir a uno de los momentos más difíciles y apasionantes de la historia.
Chris Niebauer empezó a darse cuenta allá por los años noventa, cuando solo era un joven estudiante universitario, de los asombrosos paralelismos que existían entre los más novedosos descubrimientos de la psicología y la neurociencia y las enseñanzas del budismo, el Taoísmo y otras escuelas de pensamiento oriental. Apasionado por el asunto desde entonces, se sorprendió mucho cuando presentó sus hallazgos al respecto en la universidad y estos fueron rápidamente descartados como fruto de una «pura coincidencia».
Veinte años después, habiéndose convertido Niebauer en profesor de neuropsicología cognitiva, la conexión que encontró años atrás entre budismo y ciencia tiene ya un lugar propio en las estanterías de las librerías y en la investigación internacional. Y aun así, y según este experto, tan solo estamos empezando a vislumbrar el alcance de dicha conexión y lo que estas ideas significan para la experiencia humana.
La Navidad ofrece muy poco a Eileen Dunlop, una chica modesta y perturbada atrapada entre su papel de cuidadora de un padre alcohólico y su empleo administrativo en Moorehead, un correccional de menores cargado de horrores cotidianos. Eileen templa sus tristes días con fantasías perversas y sueña con huir a una gran ciudad. Mientras tanto, llena sus noches con pequeños hurtos en la tienda local, espiando a Randy, un ingenuo y musculoso guardia del reformatorio, y limpiando los desastres que su padre deja en casa.
Cuando la brillante, guapa y alegre Rebecca Saint John hace su aparición como nueva directora educativa de Moorehead, Eileen es incapaz de resistirse a esa milagrosa e incipiente amistad. Pero en un giro digno de Hitchcock, el cariño de Eileen por Rebecca la convierte en cómplice de un crimen.