¡Es hora de volver al cole y los líos están asegurados!
Leo y Lía regresan a clase ¡y lo hacen con muchas ganas! El monstruito Megabú, en cambio, no está tan contento. ¿Por qué será? ¿Porque ya se ha comido todos los bollitos de fresa? ¿Porque le han despertado de la siesta?
¡Pues no! Resulta que Megabú también quiere ir a clase. Así que, si no le dejan acompañarlos, irá él por su cuenta.
Pero ¿qué puede hacer un monstruo en el cole? Pues aprender mucho ¡y provocar algún que otro embrollo!
Franciszka y su hija Helena llevan una vida corriente hasta 1939, cuando las tropas hitlerianas invaden su país. Proteger a judíos en la Polonia ocupada es una sentencia de muerte, pero Franciszka decide arriesgarlo todo para esconder a Vilheim, uno de los guardias personales del comandante, y a dos grupos de judíos en su pequeño hogar de Sokal. Para que todos logren sobrevivir, ella y su hija deberán ser más astutas que sus vecinos y que el temible comandante alemán...
Una historia –como una vida– cuando se evalúa, puede considerarse buena, regular o mala y además casi siempre refleja, en una que otra medida, un retrato y retablo de variadas estampas de la época en que se desarrolla. Todo ello puede servir también para describir el entorno de la localidad o las localidades geográficas, ámbitos y realidades transcurridas, que pueden haber cambiado con el transcurso del tiempo. Mi historia y mi vida no tienen categoría excepcional, mis dones y mis pecados son potables a los demás, pero, en fin, caramba, es mi historia y eso basta, y como tal, al igual que las de los lectores, pude servir de referente para vivir y contar otras historias en desarrollo, y por eso también vale la pena contarla. Naturalmente, para hacerlo y para que el relato sirva para algo, hay que narrar todo con sinceridad y honestidad y así lo hago, sin amarrar detalles en el palo mayor de los egos y domando los demonios de esa vanidad que tenemos todos en alguna medida, pero que debe ser también sensata y comedida.