Como artista puede decirse que José Alcántara posee una sensibilidad disciplinada, o sea abarcadora, apta para penetrar en cualquier arte y extraer de él las revelaciones necesarias que le permitan entenderlo y relacionarla con los demás. Estamos ante un humanista para el que nada es ajeno; ante un sociólogo que valoriza al hombre en su especificidad, pero sin someterlo a teorías preestablecidas. Pocos como él para entender el fenómeno particular y proyectarlo más allá de la razón, con lo que sus estudios críticos han podido llegar a un punto de iluminación poco frecuente en la historia del pensamiento en nuestro país. Después de Pedro Henríquez Ureña, nadie como él ha entendido el proceso de nuestra cultura y realizado una síntesis que, además de la condensación de los datos, deja abiertos los resquicios para que el espíritu se manifieste. Estamos, pues, ante un escritor que no es sólo escritor, sino que trata de apoderarse del secreto de todas las artes, sean éstas la música, la poesía, las artes plásticas, las que dependen del ritmo y de la palabra, con las que el hombre podrá representar es de nuevo su paraíso perdido. En cuanto al escritor en sí, Alcántara nos ha dado en su prosa lecciones de ética profesional que debemos tener muy en cuenta. De entrada, sabemos que él no se traiciona jamás y que si su palabra es bella es por lo que tiene de verdadera.
Uno de los tesoros más codiciados y enigmáticos del mundo submarino se esconde en las profundidades del océano Atlántico. Una anciana historiadora naval podría tener la clave para rescatarlo, pero muere de repente en extrañas circunstancias. Pietro Rivas, un subinspector que acaba de llegar a la ciudad, será el encargado de investigar el caso junto con Nagore Freire, una extravagante inspectora de Patrimonio. Cuando las muertes comienzan a sucederse, la policía descubre que la clave para resolverlas reside en la historia del galeón Albatros Negro. Y en cómo en el año 1700, en la antigua villa amurallada de Vigo, una joven entomóloga fue capaz de cambiar con su audacia el curso de la historia.
¿QUIÉN ES, EN REALIDAD, LA MUJER DEL PISO DE ARRIBA?
La muerte de Dorotea y el deseo de desaparecer propician el regreso de su nieta a la pequeña localidad de Lanuza, en Huesca. El ambiente que la recibe dista mucho de la paz que venía buscando: los vecinos la tratan con recelo y la inquilina de su abuela, una escritora de renombre con fama de rehuir la sociedad, ha dejado atrás todas sus pertenencias y ha desaparecido. Poco a poco, la curiosidad y el deseo de ahuyentar sus fantasmas despiertan en ella el impulso de apropiarse de la vida de la inquilina en una fusión de identidades que parece haber comenzado antes de su llegada al pueblo. ¿Quien es realmente la mujer que ocupa el piso de arriba? ¿Se trata de la nieta de Dorotea o de la famosa escritora? ¿Será cierto que alguien observa todos sus movimientos?
Un juego de desdoblamientos, un magistral doppelgänger, una historia repleta de giros y suspense.