Mezclando historia, ciencia y cultura, el paleoantropólogo Jeremy DeSilva ofrece un atractivo y sorprendente relato evolutivo que explora cómo el hecho de caminar sobre dos piernas permitió a los humanos convertirse en la especie dominante del planeta. Somos el único mamífero que camina sobre dos patas, una locomoción conocida como bipedación. Honramos a quienes se mantienen erguidos y orgullosos, seguimos los pasos de otros y celebramos que un niño empiece a andar. Pero ¿por qué y cómo dimos nuestros primeros pasos? ¿Y a qué precio? La bipedación tiene sus inconvenientes: dar a luz es más difícil y peligroso; nuestra velocidad al correr es mucho menor que la de otros animales; y sufrimos diversas dolencias relacionadas, como hernias o sinusitis. En un viaje de siete millones de años a los orígenes del linaje humano, desde los modernos laboratorios de psicología del desarrollo hasta los antiguos yacimientos fósiles de África y Eurasia, DeSilva muestra cómo la marcha erguida fue una puerta de entrada a muchos de los demás atributos que nos hacen humanos, como nuestras capacidades tecnológicas, nuestra sed de exploración o el uso del lenguaje.
Estudio amplio que ppresenta y examina las corrientes metodológicas, estructuralistas y postestructuralistas, más relevantes de las ciencias sociales contemporáneas. Desentraña las bases epistemológicas además de exponer las líneas teóricas de autores clásicos, actualiza el debate académico y brinda las herramientas básicas para las investigaciones humanísticas en ciernes.
Cuando la zarigüeya se siente amenazada, se paraliza, con los ojos y la boca abiertos en una mueca petrificada, la temperatura corporal y respiración reducidas al mínimo, la lengua desplegando un tono azulado y sus glándulas anales oliendo a podrido. Pese a este disfraz de cadáver putrefacto, sigue pendiente de su entorno, lista para volver a la acción. Como el gato en la famosa paradoja de Schrödinger, la zarigüeya está viva y muerta al mismo tiempo.
En este libro exploraremos lo que la zarigüeya nos puede enseñar acerca del concepto de la muerte de otras especies. Asimismo, aprenderemos cómo los animales viven la mortalidad de la mano de hormigas que asisten a su propio entierro, chimpancés que limpian los dientes a cadáveres, perros que se meriendan a sus dueños, cuervos que evitan los sitios donde vieron un muerto, elefantes obsesionados con recolectar marfil y ballenas que cargan con sus fallecidos durante semanas.
A lo largo de la historia, el ser humano se ha creído el único animal con una consciencia de la mortalidad. En este libro, que mezcla teoría filosófica con los últimos descubrimientos en etología y psicología comparada, veremos que esta creencia no obedece más que a nuestros sesgos antropocéntricos y que, también en nuestra relación con la muerte, somos tan solo un animal más.