Con este volumen se pone punto y final a la obra Imperio, Reforma y Modernidad, que pretende ser un relato sobre la formación de la constelación moderna a través de la dura batalla que mantuvo el pensamiento reformado con los poderes concentrados, monárquicos e imperiales de la época. En su primera parte, este volumen ofrece una exposición de la sistematización teológica de la llamada Segunda Reforma, que desde el Regnum Christi de Bucero en Inglaterra se extiende hasta la imponente obra de Juan Calvino, la Institución Cristiana. En la segunda se muestra la eficacia social, religiosa, cultural e histórica de esa sistematización teórica a través de la impugnación de las monarquías de los Austrias, los Valois y los Estuardo y, sobre todo, a través de las formas sociales que pretendía erigir. El subtítulo del libro, La revolución práctica de Calvino, sugiere que la magna obra del reformador no se puede comprender solo desde el análisis teórico de su pensamiento, que está históricamente imbricado de praxis. Imperio, Reforma y Modernidad es una obra imprescindible para comprender la genealogía religiosa y espiritual de los tiempos modernos.
Este libro reúne una pluralidad de voces –tanto israelíes como palestinas y de otras nacionalidades– que analizan de modo crítico el pasado, el presente y el futuro del proceso de paz. Concebido sin apriorismos de parte, su única premisa es que el diálogo y la palabra son los únicos medios verdaderamente fructíferos para resolver este terrible conflicto.
La obra está estructurada en dos secciones. La primera está dedicada a los antecedentes históricos, en especial a partir de los Acuerdos de Oslo, de la sobrecogedora situación actual. La segunda recoge diferentes propuestas para avanzar en el proceso de paz, a día de hoy quebrado, así como sus variados matices y límites.
Este volumen surge en el medio universitario, alcanzado también por un clima de polarización que se ha vuelto transversal y omnipresente. Sin embargo, tiene la confesa aspiración de que la universidad pueda convertirse en un espacio propicio para el diálogo riguroso, en el que distintas perspectivas puedan confrontarse y debatirse bajo el mismo techo, siempre desde el supuesto de la tolerancia y el respeto recíprocos.
Lo que hoy se conoce como mundo clásico, y que pervive entre nosotros a través de la historia de su recepción, es en realidad el precipitado de dos tradiciones, de dos culturas, en un sentido muy amplio de ambos términos que engloba aspectos tanto intelectuales como institucionales y materiales. El lema horaciano Graecia capta ferum victorem cepit intulit agresti Latio [La Grecia conquistada conquistó al feroz conquistador y trajo las artes al rústico Lacio] recoge solo de modo parcial esta idea: la Grecia conquistada enseñó a Roma sus artes, es cierto, pero fue Roma la que proyectó a Grecia por todo el imperio y hacia la posteridad, y la que hizo suyo el legado heleno para convertirlo en factor de su propia hegemonía imperial e identidad. Este libro se hace cargo de este enriquecedor hibridismo cultural. Especialistas de primer nivel analizan múltiples contextos, desde la política a la economía, desde la cultura a diferentes ámbitos de la sociedad, en los que cobró cuerpo el helenismo bajo hegemonía romana. La obra muestra que los frutos del hibridismo grecorromano trascendieron el mundo mediterráneo y presta particular atención a su decurso entre los siglos ii a.C. y ii d.C.