José Carlos Ibarra, autor de este volumen, breve pero henchido de sugerentes reflexiones, ha optado por titularlo Desencanto y no Desencantamiento, porque se ha percatado de que la crisis producida por la razón instrumental ha conducido no tanto al desencantamiento del mundo como al desencanto del individuo.
Ibarra nos muestra cómo la decepción que produjo el fracaso del paradigma progresista, impulsado por la burguesía y heredado por el proletariado, centrado en el ideal del avance científico-tecnológico y en las promesas de un cambio en el terreno sociopolítico, se saldó en Alemania con la aparición de la desencantada escuela filosófica pesimista.
Pero más allá de una querella sobre escuelas, definidas por unos principios filosóficos comunes a sus representantes, lo decisivo de este libro es que muestra el caldo de cultivo en el que surge algo que trasciende el típico escolasticismo filosófico: ni más ni menos que un modo muy concreto de pensar, el pesimista.
En el centenario del nacimiento de Flannery O'Connor, reunimos este conjunto de relatos de la gran autora del sur norteamericano. La maestría de O'Connor para retratar la condición humana es excepcional; sus personajes buscan desesperadamente un sentido para sus vidas; sus desventuras desembocan en un encuentro con lo divino; están al límite de la locura o al final de la cordura, y en esa cuerda floja, la posibilidad de la redención emerge en un mundo que quizá haya olvidado su propósito. No hay un solo relato que no despierte una inquietud en el lector, que no lo haga pensar en la naturaleza del bien y del mal. Esta edición incluye un epílogo de lujo: un coloquio entre Guadalupe Arbona y José Jiménez Lozano, Premio Cervantes de 2002, que promete revelaciones que el lector solo podrá comprender plenamente después de sumergirse en el universo único de O'Connor.
«Encuéntrame en otra vida. Encuéntrame en todas».
Todo final es también un principio. Pensé que iba a morir, y así habría sido de no ser por Slade. La única forma en la que podía salvarme era abrir una grieta entre mundos... y atraversarla. Sin embargo, en ocasiones, huir de un lugar peligroso te lleva a otro. Annwyn. El reino de los fae. Aquí hay magia y belleza, aunque a la vuelta de cada esquina acecha el peligro. Pero yo también soy peligrosa. Ya no soy una chica en una jaula dorada, y nadie va a impedir que encuentre el camino de vuelta a Slade. No obstante, volver a casa significa enfrentarse a los secretos. Así que tengo que brillar lo suficiente para iluminar mi propio camino... O, de lo contrario, la oscuridad podría tragarme por completo.