Oculto entre la espesa bruma de la madrugada, un peligroso criminal siembra el terror en Galicia. Tres jóvenes han sido secuestradas y asesinadas en pocas semanas: mujeres de clase trabajadora, olvidadas por su entorno e invisibles para la sociedad. Pero no para la teniente Lucía Guerrero, de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y encargada de la investigación, que empatiza con las víctimas. Mientras el cerco se estrecha y la tenaz agente está a punto de dar caza al presunto culpable, sus superiores la obligan a regresar de forma abrupta a Madrid. Ahora la máxima prioridad es el asesinato de la empresaria y coleccionista de arte Marta Millán, una de las grandes fortunas de España y amiga de la familia real y toda la clase política, cuyo cuerpo ha aparecido brutalmente mutilado en dos con la inquietante pintada «Muerte a los ricos» en el cabecero de su cama. Entre la persecución a distancia del asesino en serie gallego y la del retorcido psicópata de Marta Millán, que anuncia sus actos homicidas en la red oscura de internet y está causando un enorme revuelo entre la opinión pública y las autoridades, Lucía Guerrero intentará recomponer este doble rompecabezas macabro poniendo en riesgo su propia vida.
Lo cierto es que nunca he podido narrar –ni opinar– desde un lugar discreto, nunca he podido hacerme invisible, y para ser sincera tampoco lo he intentado. Amo la realidad que desenmascaramos en cada uno de nuestros actos. Amo la voluntad de asombro.
Creo que lo más honesto que puedo hacer literariamente es contar las cosas como las veo, sin artificios, sin disfraces, sin filtros, sin mentiras, con mis prejuicios, obsesiones y complejos, con las verdades en minúscula y por lo general sospechosas. Hacerlo de otra manera seria presuntuoso por mi parte. Estaría engañándome y engañándolos».
¿Cómo vas a liberar serotonina si no llegas a fin de mes?
Hay algo que los libros de autoayuda no quieren que sepas: tu bienestar psicológico no es el resultado de las reacciones bioquímicas de tu cerebro. Enamorarse no es un simple chute de oxitocina, la adicción al móvil no solo se explica por la dopamina que segregas haciendo scroll y la depresión no se debe a una falta de serotonina.