En 2024 se cumplen cien años de la muerte de Franz Kafka (1883-1924), posiblemente el escritor que con mayor genialidad retrató la angustia, la incertidumbre y el absurdo que la llegada del siglo XX produjo en las vidas de los habitantes de Europa, testigos (y víctimas) de la transformación vertiginosa del mundo que conocían. De ello dan testimonio sus tres novelas, ofrecidas aquí reunidas en un estuche de dos volúmenes: "El proceso" -obra emblemática de lo kafkiano que se inicia con el arresto de Josef K. por una acusación que nunca llegará a conocer-, "El castillo" -en la que el célebre agrimensor K. se enfrenta al laberinto burocrático del poder- y "El desaparecido" -titulada América por Max Brod, la que a juicio del propio Kafka fue su novela más luminosa-.
Esta guerra se librará desde Ucrania hasta Taiwán, desde el fondo del mar hasta el espacio exterior, en las minas de litio y en el ciberespacio. Será larga y enfrentará no solo a dos bloques, sino a una familia occidental, más bien liberal, contra una autoritaria familia euroasiática. Será una lucha por la influencia a escala global, marcada por las crisis y los conflictos regionales. ¿Estamos, como en la década de 1910, en vísperas del gran choque de imperios? ¿O, como en la de 1930, ante el surgimiento de un totalitarismo agresivo? ¿O, como en los años cincuenta, al comienzo de una nueva forma de Guerra Fría? ¿Qué pasaría si Occidente no estuviera en tan mala posición para ganar esta nueva guerra? ¿Y si sus debilidades fueran menos importantes que las de sus oponentes?
¿Todos somos filósofos? ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Qué es la ciencia? ¿Se puede hablar de una «ciencia unificada»? ¿Qué es el poder político? ¿Sabríamos definir la idea de Libertad? ¿De qué se ocupa la bioética? ¿Hacen política los chimpancés? ¿Es posible el totalitarismo en política? ¿Existen los derechos naturales? ¿Es la religión «el opio del pueblo»? ¿Qué son los númenes?
Todos disponemos de conocimientos de ética, de moral y de política porque, en caso de no tenerlos, ni siquiera podríamos actuar. La prueba está en que en la plaza pública -en las sobremesas familiares, en la barra del bar, en las redes sociales- todo el mundo discute sobre temas relacionados con la ética, la moral y la política. No son cuestiones reservadas para los especialistas en ética, para los politólogos o para los profesores universitarios, sino asuntos públicos. Pero filosofías no hay una sino muchas, y algunas filosofías explican los fenómenos de la realidad con mucha mayor potencia que otras. Todos y cada uno de nosotros nos marcamos unas exigencias de hasta qué punto queremos aclarar nuestra forma de interpretar el mundo.