Taylor Jenkins Reid nos cuenta la historia de una noche inolvidable (para bien y para mal) en la vida de una familia; la noche en que cada uno de ellos deberá decidir qué secretos seguir guardando para sí mismos, qué cosas están dispuestos a soltar y qué van a dejar atrás.
Malibú: agosto de 1983. Como cada año, ha llegado el día de la fiesta de final de verano organizada por Nina Riva, y la expectación es máxima. Todo el mundo quiere estar cerca de los famosos hermanos Riva: Nina, la talentosa surfista y supermodelo; Jay y Hud, un campeón del surf y un conocido fotógrafo respectivamente; y la adorada Kit, la más joven de la familia. Los cuatro hermanos despiertan auténtica fascinación tanto en Malibú como en el resto del mundo, especialmente por ser los descendientes del legendario cantante Mick Riva.
La única persona que no está ansiosa por que llegue la fiesta es la propia Nina, que nunca quiso ser el centro de atención y que acaba de ser públicamente abandonada por su marido, un jugador de tenis profesional. Y quizás tampoco Hud, porque hace demasiado tiempo que debería haberle confesado algo a su inseparable hermano.
¿Por qué tan pocas personas aman su trabajo? Imagina un mundo donde todas las personas se levantasen inspiradas y con ganas de ir a trabajar, se sintiesen valoradas durante el día y regresasen a sus hogares satisfechos. Simon Sinek lleva años recorriendo el mundo y observando que algunos equipos de trabajo podían confiar totalmente en sus compañeros, hasta arriesgar la vida, mientras que otros eran incapaces de evitar la fragmentación del equipo sin importar qué metodología se aplicara.
La respuesta la encontró durante una conversación con un general que le explicó que los oficiales comen al final, y que los primeros en comer deben ser los soldados. Lo que parecía simbólico en el comedor, en la batalla era básico para la supervivencia de cualquier equipo.
En 1972, la mitad de los estadounidenses estaban de acuerdo en que se podía confiar en la mayor parte de la población; en 2018, esta cifra había descendido a un tercio: las diferentes generaciones, de todos los géneros, religiones y partidos políticos, creen que la virtud humana está desapareciendo.
El cinismo es una respuesta comprensible a un mundo lleno de injusticia y desigualdad. No obstante, en muchos casos, está fuera de lugar. Docenas de estudios demuestran que la gente no llega a asimilar hasta qué punto los demás son amables, generosos y comprensivos; y este pensamiento cínico profundiza los problemas sociales: cuando esperamos lo peor de los demás, a menudo alentamos ese comportamiento.