En Mañana, el capitalismo, Henri Lepage explora la transformación económica e ideológica liderada por nuevas teorías económicas estadounidenses en los años 70. Estas incluyen la escuela de "Public Choice", la teoría del capital humano y el movimiento por los derechos de propiedad, influidas por pensadores como Milton Friedman, James Buchanan y Gary Becker.
Lepage desafía la narrativa tradicional sobre el capitalismo, que lo pinta como un sistema de explotación. En cambio, sostiene que el capitalismo ha sido clave en el progreso económico gracias a la evolución de las instituciones de propiedad privada y mercados libres. Argumenta que fenómenos como la revolución agrícola y los cercamientos en Inglaterra permitieron la acumulación de capital que impulsó la Revolución Industrial.
Un punto central del libro es la crítica al intervencionismo estatal. A través de la "Public Choice", Lepage demuestra que las decisiones políticas no son neutrales, sino que responden a intereses particulares, resultando en un Estado ineficiente y costoso. También señala que el Estado del bienestar no ha logrado resolver los problemas sociales, sino que ha creado una burocracia insostenible.
El autor defiende el mercado libre como el mejor mecanismo para la asignación de recursos y la creación de riqueza. Finalmente, Lepage propone una "reinventación" del mercado, abogando por la reducción del Estado y la liberalización económica para asegurar un crecimiento sostenido y justo.
Mañana, el capitalismo ofrece una crítica al intervencionismo y una firme defensa del liberalismo económico, sugiriendo que el futuro depende de una mayor libertad de mercado.
Un hombre sale de un supermercado chino cargado de baratijas que el cajero le ha endilgado al carecer de cambio. Unas pilas AAA, un ojo de goma con luz, una hebilla dorada, una minúscula cámara fotográfica, una cucharitalupa… La aventura más inesperada lo aguarda a la vuelta de la esquina, y en forma episódica, estos objetos aparentemente inútiles articularán una trama delirante en la que aparecen extraterrestres idénticos a los seres humanos, sistemas de tráfico de información entre planetas también idénticos, una misteriosa nostalgia alienígena ante mundos indistinguibles y una máquina capaz de multiplicar los mundos.
El bosque era el lugar al que me gustaba escapar en mi niñez y mi adolescencia; aquél era mi lugar. Allí aprendí que la oscuridad brilla, más aún, resplandece; que los vuelos de los pájaros escriben en el aire antiquísimas palabras, de donde han brotado todos los libros del mundo...» Así comienza este singular relato, un texto de fabulación y poesía, extraído del discurso que la escritora barcelonesa, Ana María Matute, pronunció en 1996 con motivo de su ingreso en la Real Academia de la Lengua Española.