Ted Hughes, uno de los grandes poetas ingleses de nuestro tiempo poeta laureado, famoso por su tormentosa relación con la escritora Sylvia Plath , escribió Gaudete, uno de los libros más singulares y experimentales de la poesía del siglo XX, en la cúspide de su madurez poética y volcó en la obra toda su experiencia y su capacidad de riesgo. Gaudete logra rebasar las fronteras de la poesía para convertirse en un libro indefinible, poliédrico. Es a un tiempo un guion cinematográfico, una novela y una secuencia de poemas que además experimenta una transformación estilística, desde el alucinado poema en prosa del prólogo, pasando por los poemas narrativos centrales, hasta los últimos, breves y oscuros poemas del epílogo. Una obra maestra, capital e inclasificable.
Los hermanos Alfredo y Luigi son tan distintos como los árboles que su padre plantó frente a la vieja casa familiar cuando nacieron. El de Luigi, un alerce que busca la luz del sol y se agita con el viento, es duro y frágil al mismo tiempo. El de Alfredo, un abeto fuerte y resistente, es inquieto y sombrío. Después de siete años fuera, y tras la trágica muerte del padre, Alfredo regresa a Valsesia para venderle a su hermano la parte de la casa que le corresponde. Luigi, que se ha establecido como agente forestal, pretende empezar allí una nueva vida con Elisabetta y el bebé que esperan. Mientras tanto, el futuro proyecto de una estación de esquí y el animal salvaje que está asesinando a los perros de la zona amenazan la imperturbable vida del valle.
En el valle es el particular homenaje de Cognetti al Nebraska de Bruce Springsteen y a la narrativa deJack London. Con una prosa bella y despojada al servicio de una novela melancólica y a veces brutal, el autor de Las ocho montañas nos ofrece una historia de disputas familiares y desamor, y nos relata existencias frágiles marcadas por el alcohol y la violencia latente de un mundo rural alejado de cualquier bucolismo.
Hay un centro para mayores llamado Hotel Abuel. Lo frecuentan seis abuels que se juntan para pasar el rato, repiten frases e historias todo el tiempo y no se acuerdan de lo que comieron el día anterior (un kebab, por ejemplo). A pesar de tener más de sesenta y cinco años, adoptan costumbres millennials y Gen Z: hacen streams, se montan películas en su cabeza, tienen su punto gamer, adoran el chisme y, sobre todo, a pesar de su irrefrenable melancolía, desean gustar a los demás.