Año 1664. Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera, es nombrado virrey de la Nueva España por Felipe IV para atender una importante misión secreta. El rey sospecha, advertido por las visiones de sor María Jesús de Ágreda, una monja con el poder de la bilocación, que en México se está fraguando una conspiración contra él.
El marqués recurre a su hombre de confianza, Taranis de Cárabes, que se desplaza hasta el lejano norte chichimeca para averiguar lo que ocurre. Allí conocerá a Azdsáán atsáhaa, una indígena dos espíritus que se convertirá en su compañera inseparable y en su prohibido objeto de deseo. En aquellas tierras de frontera destaparán una trama de tráfico de esclavos indígenas y de explotación de minas de plata a espaldas del reino. La conjura ha sido orquestada por La Rueda, un grupo que conspira para hacer caer al rey de España y que ha logrado infiltrar en la misma corte del virrey a adeptos que tratarán de desestabilizarlo de mil formas, atentando incluso contra la vida de su mujer y de su hija.
Pasión, sexo, juego de seducción...
¿Quién es quién en la corte de los Monteros?
Siglo XVIII. Julia Ponce de León, hija del pintor de cámara del rey, es una de las muchas cortesanas que habitan en el palacio real de Madrid. Su vida ha sido diseñada al milímetro: le han enseñado cómo sentarse, qué decir, cómo vestirse y a quién amar. Pero la corte de los Monteros es un lugar lleno de secretos y Julia está a punto de descubrir que en palacio todo son apariencias y lo que prima es el juego.
Hay cosas que no van del todo bien en la ciudad que nunca duerme. Los avatares de Nueva York han conseguido evitar temporalmente la invasión de la Mujer de Blanco (y de paso la destrucción de todo el universo), pero el misterioso Enemigo con E mayúscula esconde poderes más sutiles bajo la manga. Un nuevo candidato a la alcaldía, experto en el arte de la retórica populista de la gentrificación, la xenofobia y la «ley y el orden», puede llegar a conseguir cambiar la naturaleza de la Gran Manzana.
Para derrotarlo a él y al Enemigo que lo controla en las sombras, los avatares deberán unirse con el resto de las ciudades grandiosas. O arriesgarse a la aniquilación completa de su mundo.