En el caso número 33 de la serie Brunetti, Donna Leon aborda la preocupante cuestión de la violencia en las bandas juveniles. ¿Cómo puede ocurrir algo así en pleno corazón de Venecia, y, lo que es peor, llegar incluso al interior de la questura? Brunetti y Griffoni harán todo lo que esté a su alcance para comprender este fenómeno.
La Piazza San Marco aparece cubierta de cristales: dos bandas juveniles se han enfrentado violentamente en la oscuridad. Mientras la commissario Griffoni confía en su intuición para descubrir cómo un adolescente al que ha conocido recientemente puede acabar atrapado en un grupo así, Brunetti recurre a sus contactos al tiempo que intenta desentrañar el oscuro pasado del padre del joven. Tampoco el vicequestore Patta está tranquilo: hará lo que sea necesario para protegerse a sí mismo y a su entorno de esta alarmante amenaza, una situación que se está tornando especialmente desagradable en una ciudad tan turística como Venecia.
Ella es una joven gitana que huye de su familia para escapar de un matrimonio concertado; el, un relojero que acampa en la frontera y la acoge en su tienda. El encuentro inaugura un entendimiento hecho de diálogos nocturnos, un intercambio de saberes y visiones: ella, que cree en el destino, en las señales, en el dios de las cosas; el, que se siente un engranaje de la máquina del mundo y que interpreta ese mundo según las reglas del juego del Mikado, como si jugar fuera una forma de poner orden en el caos. Un entendimiento que durará toda una vida, incluso en la distancia, y que tendrá consecuencias que reverberarán a lo largo del tiempo: ambos tomarán decisiones inevitables que cambiarán el destino del otro.
Una novela que mezcla la ciencia ficción con el humor.
James Bolívar era el ladrón, granuja y pillo más grande de toda la Galaxia. Hasta que un día fue arrestado por la policía interestelar, la cual, finalmente lo obligó a ingresar en sus filas para llevar a cabo una singular empresa, a fin de limpiar la Galaxia de tipos como él.
Pero al final, y cuando dejó de ser policía, se dedicó a una cacería: la de la mujer a la que adoraba. Angelina había construido una nave espacial bélica y junto con James iban a conquistar el mundo... ¡La Galaxia en peso se estremeció ante aquella idea!