Percibimos el cuerpo que creemos tener. El organismo se autoorganiza y se adapta al entorno en el que le toca vivir. A golpe de error-ensayo-error, aprende a atribuir un valor positivo o negativo a cada acción en cada escenario y va tejiendo, de forma inconsciente, un relato que se proyecta en la pantalla de la conciencia como una película. Vivimos con la convicción de que esa película refleja directamente la realidad, externa e interna. Sin embargo, lo que recibimos en esa pantalla no siempre se ajusta a lo que en efecto sucede. Un cuerpo sano puede aparecer en el relato como enfermo. Es una película de ficción, pero para el padeciente (el espectador) revela una realidad interna, que no puede ver con sus propios ojos.
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Este libro es algo más que una historia de Roma. Al abordar el true crime ambientándolo en la Antigüedad, retrata la historia de una forma nueva y fascinante: Roma sangrienta reflexiona sobre el concepto de la violencia en una sociedad que entendía las rencillas, los agravios y el ajuste de cuentas de una forma muy distinta a como los vemos nosotros.
Una obra que recoge algunos de los casos más truculentos, extraños o fascinantes de la historia de Roma: emperadores asesinados, acusaciones nunca resueltas o anécdotas que han trascendido hasta nuestros días y que componen un fresco fascinante de la forma en que la sangre podía llegar a derramarse entre las calles de la ciudad eterna.
Tokio, verano de 1947. Suspendidas sus actividades durante la Segunda Guerra Mundial, la influyente Sociedad de Tatuajes de Edo, dedicada al antiguo arte japonés del tatuaje de cuerpo entero, vuelve a recuperar sus celebraciones con un gran concurso que premie la mejor obra plasmada en la piel. Entre los participantes, mayoritariamente hombres, se encuentra la bella y rebelde Kinue Nomura, hija de un afamado artista del tatuaje, que es recibida con una ferviente ovación al mostrar la figura de una gigantesca serpiente de tinta. Relacionada con destacados miembros de la mafia local, Kinue desaparece de forma misteriosa después del evento y es hallada días más tarde descuartizada en el baño de su casa con la puerta cerrada por dentro. Aunque un vecino afirma que nadie ha entrado ni salido del apartamento, tampoco queda rastro del impresionante y codiciado dibujo en el torso de la joven. Mientras el inspector jefe Daiyu Matsushita, del Departamento Metropolitano de Policía, y su hermano Kenzo, forense que conocía y amaba a la víctima, se hacen cargo de las pesquisas, una retahíla de crímenes similares en el entorno familiar de Kinue viene a enturbiar la solución del caso.