«Si hubiera vivido un poco más, apenas tres años, Joseph Roth habría asentido ante la escena de Casablanca en la que el mayor Strasser le pregunta a Rick por su nacionalidad. "Soy un borracho", responde este. Roth habría respondido igual si alguien le hubiera preguntado. Todos sus lectores lo sabemos porque lo dejó clarísimo en sus libros, en sus dibujos y en lo que los biógrafos han descubierto de su vida. También sabemos que no le preguntaron por su nacionalidad, porque Roth fue uno de los miles de apátridas que se morían del asco en la Francia a punto de rendirse ante Alemania. En un país lleno de refugiados con pasaporte Nansen (cuyo papel era tan malo que se deshacía al segundo trámite), la gente había perdido la costumbre de preguntarse por nacionalidades que ya no existían. "Así soy realmente: maligno, borracho, pero lúcido. Joseph Roth", escribió en la dedicatoria de un autorretrato que se hizo en París en noviembre de 1938, seis meses antes de su muerte».
Se conocieron en la adolescencia y, a pesar de algunos desacuerdos, el amor por el surf logró unirlas. Sin embargo, la vida de Avery, Isabella, Odina y Lee cambió tras la desaparición de Josie durante el festival de música en la isla de Harbour Bridge. Diez años después aparece el cadáver de una mujer. ¿Podría ser el de su amiga? Este descubrimiento revuelve muchos recuerdos que Isabella, inútilmente, intentaba esconder.
Walter doesn't know what the big deal is—sure, it might be nice to have a green eggs and ham picnic on a hike, but doesn't Sam-I-Am know about all of the bugs? And the flowers that make you sneeze? Or the rivers that block your way? No, Walter is not a fan of the outdoors, he certainly is not. And nothing Sam-I-Am will do or say will change his mind. Too bad for Walter, Sam-I-Am is always up for a challenge!