El descubrimiento de América en 1492 fue un hecho extraordinario que significó el inicio de una nueva etapa histórica: la Edad Moderna. Un nuevo continente se abrió primero a los descubridores, a los que siguieron los denominados «conquistadores». Pequeños grupos de hombres iniciaron una serie de exploraciones y conquistas de carácter épico y recorrieron el continente de norte a sur, proyectando el poder hispano desde California hasta la Patagonia.
La amistad es un sentimiento positivo que nos empuja a buscar a otra persona. En la amistad verdadera hay tres notas que se hospedan en su interior: afinidad, donación y confidencia; atracción psicológica, entrega e intimidad. Y todo ello descansa sobre la confianza. Pero hay grados de amistad, que van desde las relaciones superficiales a otras más profundas y comprometidas. En la amistad auténtica uno se arriesga a contar su vida, abre su corazón y deja que el otro se adentre en los pasadizos de su vida privada y conozca lo que allí hay. Uno asiste a la existencia del otro.
Sin amigos nadie querría vivir, aunque tuviera todos los otros bienes», escribió Aristóteles. Sin embargo, si bien la amistad es desde tiempos inmemoriales una de las aspiraciones fundamentales de la vida, no solemos reflexionar sobre su naturaleza. ¿Cómo se hace un amigo? ¿Por qué algunas personas nos caen bien al instante? ¿Puede la amistad sobrevivir en la distancia? ¿Se aprende? ¿Es cultural? ¿Ha de ser recíproca? ¿Puede darse entre padres e hijos? ¿Cuándo y por qué se acaba? ¿Qué pasa cuando se mezcla con el deseo?
Dos amigos, el neurocientífico Mariano Sigman y el escritor Jacobo Bergareche, acudieron a la ciencia y la filosofía para explorar esas preguntas. Pero pronto sintieron que esa literatura no reflejaba la amplia diversidad de miradas sobre este tipo de relaciones, y convocaron entonces a personas de todo tipo y condición con las que conversaron en intimidad. Así, por estas páginas desfilan el octogenario presidente de un banco, un joven emigrante salvadoreño sin papeles, la directora de una residencia de ancianos, una actriz, un viticultor, una escritora y un colectivo de grafiteros. Entre todos ellos componen un fresco inmenso de aquello que llamamos «amistad».
«Mi vida sexual comenzó temprano, más o menos a los cinco años, en el kindergarten de las monjas ursulinas, en Santiago de Chile.» Con estas palabras, Isabel Allende inicia este compendio sobre amor y eros compuesto por fragmentos escogidos de sus obras, que esbozan a través de sus personajes la propia trayectoria vital de la autora.
Si hay alguien capaz de describir con maestría, personalidad y humor la naturaleza caprichosa del amor, es Isabel Allende. Esta recopilación de escenas de amor, seleccionadas de entre sus libros, son una invitación a sumergirse en la lectura, soñar y sonreír.
Sin madurez personal es imposible una buena relación de pareja, pero para madurar hay que aprender a convivir. Este es el punto de partida de una obra que, desde su publicación, se ha convertido en un libro de referencia para las personas que desean regenerar sus relaciones amorosas a través de su propio proceso de automejora.
Como afirma el autor: «criticar a otros no nos mejora a nosotros». Por este motivo propone un modelo de resolución de los conflictos de pareja basado en la autocrítica, gracias al cual se obtiene un doble beneficio: mejorar la autoestima y favorecer que las relaciones amorosas funcionen mejor ya que, según Bolinches «el amor es una flor que nace en el campo, pero debe cultivarse en el jardín».
«El secreto de un buen matrimonio es casarse con el otro sin divorciarse de uno mismo».