A pesar de ser hermanos, Peter e Ivan Koubek tienen poco en común.
Peter, de treinta y pocos, es un carismático y renombrado abogado en Dublín de apariencia inquebrantable. Tras la muerte de su padre, lucha por mantener bajo control su caótica vida personal. Se medica para poder dormir y manejar la relación sentimental que mantiene con dos mujeres muy diferentes: su eterno primer amor, Sylvia, y Naomi, una estudiante universitaria que no se toma la vida muy enserio.
Ivan, de veintidós años, es un ajedrecista de carácter reservado, rígido en su actitud y aparentemente poco empático, que se ve a sí mismo como la antítesis de su hermano mayor, al que considera superficial y hablador. Pocos días después del funeral, Ivan conocerá a Margaret, una mujer catorce años mayor, y sus vidas se entrelazarán rápida e intensamente.
Intermezzo es un nuevo interludio para dos hermanos afligidos y las personas que aman, un tiempo cargado de deseo y desesperación, pero también de posibilidades. Una oportunidad para descubrir cuánto puede contener una vida sin romperse.
Internet tiene dueños: empresas privadas con ánimo de lucro. La mayoría de buscadores aniquilan cualquier tipo de privacidad y algunas redes sociales se han convertido en altavoz de la propaganda de ultraderecha tan solo porque resulta rentable. Pero no siempre fue así. De hecho, para maximizar los beneficios, internet tuvo que rehacerse mediante un largo proceso de privatización que duró años y que convirtió una pequeña red de investigación en una gran potencia del capitalismo mundial.
Internet para la gente es la historia de la privatización que ha creado el internet que hoy conocemos y que dio pie a las crisis que hoy lo consumen. Pero también es una respuesta: propone su desprivatización y que quienes lo gobiernen sean las personas y no los beneficios. Reducir el espacio del mercado y del afán de lucro, abolir los jardines amurallados de los gigantes que dominan nuestras vidas digitales al tiempo que se desarrollan alternativas de propiedad pública y cooperativa que permitan un control democrático real. Si queremos construir un internet mejor, es preciso cambiar quién lo posee y cómo lo organiza. No con la intención de que los mercados funcionen mejor, sino de que tengan menos poder. No para crear una versión más competitiva o más reglamentada de la privatización, sino para revertirla de una vez por todas.
En su nuevo libro, la reconocida socióloga Patricia Hill Collins nos ofrece un análisis innovador sobre cómo la violencia afecta de manera desigual a las personas según su clase, sexualidad, nacionalidad o etnia. Estas dinámicas invisibles de relaciones de poder superpuestas generan lo que la autora denomina «intersecciones letales», puntos donde las múltiples formas de opresión convergen y catalizan en una serie de prácticas violentas que recaen con mayor dureza sobre determinados grupos minoritarios.