Menos mal que el Reino Perdido está perdido, porque si no, seguro que estaría llenos de turistas; es la ventaja de ser un lugar tan apartado al que, según dicen, sólo se puede llegar con la imaginación... Nuestra recomendación es que no te fíes de las habladurías y emprendas este largo viaje dispuesto a dejarte sorprender.
Entre fogones encendidos con brasas prestadas, patios que huelen a mango y regolas que ya no son ríos, se tejen las memorias y las ficciones de un Caribe íntimo y entrañable. Cuentos intercalados nos invita a recorrer escenas donde lo cotidiano se convierte en relato, y la nostalgia se disfraza de personajes que parecen salir de las calles polvorientas, los colmados y las cocinas de antaño.
Desde 2018, los relatos de Albert Espinosa han emocionado a cientos de miles de lectores. Ahora, por primera vez, un único volumen reúne todos esos cuentos, maravillosamente ilustrados, incluidos en: Finales que merecen una historia, Si nos enseñaran a perder ganaríamos siempre, y Qué bien me haces cuando me haces bien, además de un relato inédito.
«Me encantan los relatos, las historias pequeñas de tres a ocho páginas, que te hacen pensar, reír, llorar o emocionarte. Un buen relato puede alegrarte un mal día».
«Durante estos años los lectores me habéis dado tanto que me sentía en deuda con vosotros. Por eso he decidido yo también entregaros una parte de mí. Estos textos que os traigo han modelado de alguna manera mi forma de ser. Son pequeños cuentos, ya casi perdidos, de grandes autores que he decidido adaptar a los tiempos que corren. He modificado personajes, situaciones, el lenguaje... pero la esencia sigue siendo la misma: esa que nos ayuda a entender el mundo». Eloy Moreno
¡Los supervillanos están armando un gran lío! Coge tu linterna y ayuda a Spiderman y a sus amigos a detener a los villanos y salvar el día. Las páginas brillan con la luz de la linterna y los cinco botones emiten sonidos para amenizar la historia. El libro de cuentos sonoro fomenta la imaginación, la exploración y el aprendizaje a través del juego.
Éste es Ramón Saba, quien se autodefine como “un ermitaño que ama la soledad; pero compartida con buena literatura y buena televisión”. Y es que nuestro bardo se nutre de la literatura exquisita y depurada; y como caballero andante cabalga sobre su corcel, mientras pulsa su lira para armonizar con mágicos acordes clásicos o modernistas la prosa de su canto y la melodía de sus versos. Mi maestro es un prestidigitador de palabras y un dignificador de lo ruin; quien con inusitada destreza pinta de vívidos colores cada fonema del lenguaje, construyendo imágenes que seducen el alma y
conmueven la razón.