En 1614, una embajada japonesa llega a Sevilla y el samurái Hasekura dirige la expedición a la que acompaña un sevillano, el franciscano Luis Sotelo. El propósito de la embajada era abrir una ruta de comercio entre Japón y España, y conseguir para los franciscanos un segundo obispado. Cuando la embajada se encuentra en Europa arrecia la persecución de los cristianos en Japón. Hasekura se bautiza en Madrid en presencia del rey Felipe III y es recibido en Roma por el papa Paulo V. No obstante, la poca representatividad de la embajada y los informes desfavorables que llegan al Consejo de Indias obligan a Hasekura y a Sotelo a un difícil regreso, sin haber conseguido nada.
Rodeado del bullicio de las numerosas familias que veranean en el concurrido Hotel Argentina, en Dubrovnik, Viktor Askenasi, respetado profesor del Instituto de Estudios Orientales de París, soporta a duras penas la asfixiante canícula de la costa dálmata. Cercano a la cincuentena, el profesor ha emprendido un viaje en solitario por el Mediterráneo movido por una inquietud que lo perturba desde siempre y que lo llevó, unos meses antes, a dar un vuelco radical a su vida. Pese a que ha descubierto un reducto de libertad, y está dispuesto a asumir las consecuencias de sus actos como un paso ineludible en el camino hacia la plenitud, Viktor constata que esa libertad tiene una cara imprevista que lo sume en el desconcierto.
"La ética protestante y el "espíritu" del capitalismo" se interroga por el origen de la mentalidad capitalista moderna, enemiga y vencedora del tradicionalismo, y llega a la conclusión de que tal mentalidad procede, no del propio desarrollo económico capitalista, sino del modo de vida generado por el protestantismo de raíz calvinista, que redundó en una racionalización equivalente a una "desmagificación" del mundo, es decir, en la reducción del mismo a objeto de cálculo, explotación y dominación. Esta nueva edición incluye, como novedad, el escrito del autor sobre "Las sectas protestantes y el espíritu del capitalismo" (1906). Ambos textos siguen la edición de las "Obras Completas de Max Weber (MWG)".
Cuando le preguntaron con qué mujer de la historia del arte le gustaría cenar, Umberto Eco contestó sin dudar Uta de Naumburgo, considerada durante siglos la mujer más bella de la Edad Media y acusada de brujería durante su corta vida.
En una gira de lecturas por la antigua RDA a finales de los años ochenta, Grass ve la estatua de Uta por primera vez en la catedral de Naumburgo, hoy Patrimonio de la Unesco, y queda embobado por su belleza y realismo. Su figura, idealizada por el nazismo e inspiración para que Walt Disney creara la madrastra de Blancanieves, se caracteriza por un gesto único para el siglo XIII: con la mano derecha levanta el cuello de su preciosa túnica con un aire de misterio, casi como para ocultarse de alguien.
Grass recurre en este libro al tradicional recurso del convidado de piedra invitando a cenar en su jardín a la hija de un orfebre que hizo de modelo para la estatua. Sin embargo, en un atrevido salto en el tiempo, Uta sigue apareciéndose en más ciudades durante sus viajes, sorprendiendo al narrador enamorado, que la busca por todas partes, y convirtiendo sus siguientes giras en un verdadero desastre, hasta la caída del Muro y sus consecuencias.
La joven inglesa Isabella Saunders se ha quedado sola en el mundo: sin un hogar y sin recursos, su belleza y fascinante cabellera pelirroja en la Singapur de 1860 se convierten en un gran escollo para conseguir un trabajo como institutriz. Todo su mundo se transformará cuando conoce a Bram Deagan, un apuesto y decidido irlandés llegado desde la lejana Australia para conocer de primera mano los nuevos productos de Oriente y hacer realidad su sueño de convertirse en un próspero comerciante. Isabella deberá decidir si las nuevas colonias, las lejanas y peligrosas tierras del continente más olvidado, pueden convertirse en su nuevo hogar. ¿Hallará el amor y la felicidad en el extremo opuesto del mundo?
Llega al catálogo de Alfaguara un título que ya es historia reciente: el libro que cambió la mirada sobre la despoblación y la señaló como un fenómeno crucial para entender la España de hoy. La etiqueta «España vacía» generó una conversación nueva, llegó a los programas políticos, llenó librerías y espacios culturales, y ha acabado por convertirse en una sección fija de los medios y las agendas electorales. El asunto de «lo rural» y «lo urbano» volvió a ser un género literario que dio pie a una enorme bibliografía y revitalizó, además, el ensayo para la generación más joven de escritores y lectores.