Narnia... la tierra entre el farol y el castillo de Cair Paravel, donde los animales hablan, donde ocurren cosas mágicas...y donde comienza la aventura.
Peter, Susan, Edmund y Lucy van de regreso al internado y se encuentran en una lúgubre estación de tren cuando reciben el llamado (del propio cuerno mágico de Susan) para regresar a Narnia, la tierra donde gobernaron como reyes y reinas y donde se necesita de su ayuda urgentemente.
Narnia… donde todo puede ocurrir, y casi siempre ocurre… donde comienza la aventura.
El Viajero del Alba es el primer barco que Narnia ha visto en siglos. El rey Caspian lo ha construido para su viaje en busca de los siete lores, hombres buenos a los que su malvado tío Miraz desterró cuando usurpó el trono. El viaje lleva a Edmund, Lucy, su primo Eustace y Caspian a las islas del este, más allá del Mar de Plata, hacia el país de Aslan en el Fin del Mundo.
Narnia… donde los búhos son sabios, donde a algunos gigantes les gusta comer humanos, donde un príncipe sufre un hechizo maligno… y donde comienza la aventura.
Eustace y Jill escapan de los bravucones de la escuela a través de una puerta en el muro, pues en esta ocasión no está cerrada con llave. La puerta conduce al páramo… ¿o no? Una vez más, Aslan tiene una misión para los niños, y Narnia los necesita. Ante peligros indecibles, y a través de profundas y oscuras cavernas, comienzan una búsqueda que los enfrenta cara a cara con la malvada bruja. Deben derrotarla si quieren salvar al príncipe Rilian.
Narnia… donde hay que decir adiós… y donde la aventura comienza de nuevo.
El unicornio afirma que los humanos son traídos a Narnia cuando allí hay agitación y problemas. Y Narnia está en problemas ahora: Un falso Aslan vaga por la tierra. La única esperanza es que Eustace y Jill, viejos amigos de Narnia, puedan encontrar al verdadero Aslan y devolverle la paz a la tierra. Su tarea es difícil pues, como dice el centauro: «Las estrellas no mienten nunca, pero los hombres y las bestias sí». ¿Quién es el verdadero Aslan y quién el impostor? .
Érase una vez… No, no, no…Fue una tarde de un sábado cualquiera… No; eso tampoco. Al final, lo que quiero decir, es que si tomáramos cualquier día para hablar de las aventuras de los chicos del barrio de Camino Chiquito; sin temor a equivocarnos elegiríamos cualquiera y no necesariamente este sábado. Resulta que a los ojos del pueblo el único requisito necesario para que los chicos hicieran temblar la tierra era que se reunieran…Y ya que sería lo mismo iniciar por cualquier día, iniciaremos por el sábado de las guayabas:
Como de costumbre, los chicos del barrio buscaban la manera de reunirse antes de salir a cualquiera de sus intrépidas tardes de aventuras. Aquel día se congregaron en el cuarto de los regueros de la casa de Abelardo, a planear el acceso al patio de uno de los vecinos con la idea de «Marotear algunas guayabitas». Según los planes, el proceso fue etiquetado en la categoría de «la ida por la vuelta»… Pero quedó claro que las cosas no salieron tal lo esperado y la cadena de eventos que ocurrió debido a aquella decisión cambió el futuro del pueblo de Caracuya; pasando por algunas situaciones apremiantes, hasta aterrizar en la ayuda más improbable que cualquiera de los compueblanos pudo haber imaginado. No obstante la naturaleza de los hechos ocurridos en el espacio de tiempo de una breve tarde, se puede deducir que el desenlace de los acontecimientos continuó por largo rato…
Como ustedes recordarán en la primera entrega El Cuarto De Los Regueros”, los jóvenes de la barriada de Camino Chiquito se metieron en un berejerete de magnitud descomunal, y todo por el atrevimiento de salir ese sábado maldito en la tarde a marotear unas pocas guayabas al patio de la solktaria casa del señor Frank, el mecánico del pueblo. El problema desencadenado por aquella decisión impulsó al señor Sebastián Cirilo a imerceder por los chicos de Camino Chiquito, como intento por evitar que sobre ellos recayera el peso de la Ley. Cirilo creó una historia alterna dándole un tono distinto a los hechos y con ello trató de engañar a todo el vivo que se cruzó en su camino; incluidos a los chicos. Lo que nadie sospechó fue que dicha acción derivaría en el apresamiento de Cirilo, lo cual desencadenaría la siguiente ola de sucesos, y, las cosas que ya estaban peores, empeoraron aún más, Pero... ¿qué puede ser peor que algo que ya está peor?... Resulta tentador desvelar lo que pasó; y aunque no lo revelaré sí les diré que los chicos de todos modos fueron atrapados, no sin antes dejar una huella en su Comunidad que jamás será borrada.