El 19 de noviembre de 1942, en el gueto de Dorhóbych, el pequeño pueblo austrohúngaro, hoy ucraniano, del que apenas había salido desde su nacimiento en 1892, muere asesinado por un SS Bruno Schulz, hoy considerado uno de los mayores escritores del siglo XX por la densidad poética de su prosa, la forma en que convierte el lenguaje en un acto de magia y, sobre todo, por la experiencia sin retorno de leerlo o de entrar en el universo lúgubre de sus dibujos.
El capitán Hastings, el fiel amigo del singular detective Hércules Poirot, relata una serie de casos resueltos gracias al método deductivo del detective belga, quien aprovecha cualquier incidente sin relación aparente con la investigación para descubrir siempre la verdad. Su secreto: el poder de las células grises de su privilegiado cerebro.
Por las páginas de esta obra desfilan misterios de los más variopinto: primero fue el misterio de una estrella de cine y un diamante, un suicidio que en realidad fue un asesinato, un misterioso piso absurdamente barato, una muerte sospechosa en una sala de armas cerrada, el robo de bonos por un millón de dólares, la maldición de la tumba de un faraón, un robo de joyas junto al mar y hasta el secuestro de un Primer Ministro.