En 1939, el estallido de la guerra sorprendió en la India a una expedición alemana que intentaba el ascenso al Nanga Parbat. Sus miembros fueron recluidos por los británicos en un campo de prisioneros. Uno de ellos, el austriaco Heinrich Harrer, consiguió huir del campo y llegar hasta el Tíbet, un país neutral pero en el que los extranjeros tenían prohibida la entrada. Junto con su compatriota Peter Aufschnaiter recorrió más de dos mil quinientos kilómetros a pie para llegar a Lhasa, la ciudad prohibida, donde, tras imbuirse de la lengua y cultura tibetanas, se convertiría en profesor y amigo del joven dalái lama.
Publicado por primera vez en 1952 y considerado un clásico de la literatura de aventuras, Siete años en el Tíbet es la apasionante crónica de la epopeya de Harrer, de su heroico viaje a través de uno de los territorios más hostiles de la tierra, y de los años que pasó en el Tíbet feudal, anterior a la anexión china del país, un lugar que muy pocos occidentales habían visitado hasta entonces. La suya no solo es una historia de coraje y perseverancia, sino también una mirada inédita a un mundo que vivía, sin saberlo, sus últimos días.
Las casas son siete, y están vacías. La narradora, según Rodrigo Fresán, es «una científica cuerda contemplando locos, o gente que está pensando seriamente en volverse loca». Y la cordura, como siempre, es superficial.
Samanta Schweblin nos arrastra –desde hace diez años– hacia Siete casas vacías y, en torno a ellas, empuja a sus personajes a explorar terrores cotidianos, a diseccionar los miedos propios y ajenos, y a poner sobre la mesa los prejuicios de quienes, entre el extrañamiento y una «normalidad» enrarecida, contemplan a los demás y se contemplan.
La prosa afilada y precisa de Schweblin, su capacidad para crear atmósferas densas e inquietantes, y la estremecedora gama de sensaciones que recorren sus cuentos han hecho a este libro uno de los más importantes de la última década.
Recomiendo leer con atención el prólogo de Ednodio Quintero sobre la vida y obra de Tanizaki, y sobre sus contrapuestas etapas de seguidor de las modas occidentales y después fiel continuador de las tradiciones japonesas.» Joaquín Arnáiz, La Razón «Lean con golosa avidez Los dos novicios, Los pies de Fumiko y Nostalgia de mi madre. Tres variantes –de siete– para celebrar sin mesura la poética narrativa de Junichiro Tanizaki, tan vital como bella, elíptica y sugerente.» Robert Saladrigas, «Cultura|s», La Vanguardia La refinada sensualidad, la subversiva idea del deseo, la sutil concepción de la belleza y el permanente contraste entre tradición y modernidad se condensan de forma proverbial en esta selección de siete relatos, elegidos entre una vasta producción y ordenados cronológicamente. En ellos, el lector percibirá la evolución de la narrativa breve de Tanizaki, desde su fascinación inicial por Occidente hasta la exaltación de los valores de la tradición japonesa.